viernes, 26 de julio de 2013

Cuando tu Palabra Pierde su Valor

“Y él te dijo que venía a las 4? bueno, ¡Te saldrán raíces esperándolo!”, “¿Cuándo dijo ella que te pagaba? Más bien, piensa cómo buscar el dinero tú solito, porque esa platica, ya se perdió”

Cuando tu palabra pierde su valor, esto es lo que resulta. Tu nombre, la confianza que todos tienen en ti, se “desvanece” y, de repente, comienzas a ver cómo se te cierran puertas, antes abiertas de par en par y, como dice el psicoterapeuta Jorge Bucay en sus “Cuentos para pensar”, es entonces cuando comienzas a ver la espalda de tus amigos y de tu familia, más seguido que de costumbre. Es lamentable y es duro, pero es real y cuando identificas la realidad, ese sólo hecho, logra que inicies tu camino de ir de ese  “yo” en minúscula al “YO” en mayúscula que inicia su proceso de construcción

No es que tus amigos te dejen a tu suerte a la primera, no, es que ya no es la primera. No es que tu familia no crea en ti y no te apoye como debería, no, es que te han apoyado más de lo que debieron. Esta situación necesita ser vista con detenimiento y cuidado para entender toda la complejidad del caso y eso toma su proceso.

Cuando tu palabra pierde su valor, significa que eres tú quien ha pasado el límite del bienestar de los demás. Es decir, ya tus acciones, tus promesas sin cumplir, y tus no acciones, afectaron el bienestar físico y emocional de los que te aman. Ya dijeron “no más, hasta aquí”.

Si estás en esta situación significa que requieres de ayuda para aprender a usar tus habilidades, estudios o conocimientos y así satisfacer con independencia tus necesidades; que no puedes seguir dependiendo de los otros para conseguir tus metas y que necesitas desarrollar más la empatía hacia los demás para ponerte en el lugar de los otros, alejarte de tu perspectiva para poder ser menos egocéntrico y conocer las necesidades de los demás; y, finalmente, que necesitas dejar de abusar de ellos, de su confianza, lealtad y comprensión. Y si, por el contrario, eres uno de los que dijo “hasta aquí con el abuso” entonces, fuiste asertivo y además buen amigo, hermano, padre o madre porque tu amigo o familiar necesita cortar la dependencia que le es destructiva y contraproducente a su crecimiento personal (espiritual, emocional, familiar, social) y laboral.  

Estos son algunos tips que te ayudarán a liberarte de esos apegos que no te permiten crecer más allá ni desarrollar tu potencial al máximo.

1. Sé sincero – Siempre es el primer paso de muchos pasos hacia el éxito. Sé honesto contigo mismo, haz memoria y toma nota de las veces que has pedido o prestado algo a los demás con la promesa de que lo devolverás y no has cumplido en tiempo y forma, o las veces que has prometido llegar a tiempo y no lo haces. En suma, las veces que los demás han confiado en ti y tú los has defraudado de una forma u otra.

2.  Analiza – Haz un análisis de qué es lo que no te está permitiendo cumplir con aquello que prometiste en cada caso. ¿Compraste un nuevo vestido o te fuiste de rumba, en lugar de pagar lo que debías?, ¿Preferiste tomarte un café con tus amigas y llegaste tarde a tu cita con tu novio?, ¿Elegiste ver tu serie favorita en tu cama en vez de llevar a tu hijo al parque, como le prometiste?

3. Clasifica – Encuentra las causas y motivaciones para no cumplir con tu palabra. ¿Es cuestión de organización, de establecer horarios?, ¿Estás poniendo tus deseos y/o caprichos (y no tus necesidades) sobre tu palabra y sobre las necesidades de los demás?

4. Toma acción – Para ir de lo cognitivo a lo conductual, es decir de las ideas a la acción, necesitas tener claridad e identificar con certeza aquellos factores que te están empujando a no cumplir con tu palabra, a no ser cabal y a haber perdido la confianza de los demás. Por ello, lo ideal es que después del análisis, empieces a frenar tus impulsos y deseos con un monitoreo constante de ti mismo que te llevará a formar hábitos deseables que, en consecuencia,  permitan ajustarte a tu palabra, mantener promesas, cumplir y ganar la confianza de los demás, nuevamente.

Por su carácter introspectivo y por su necesidad de monitoreo y revisión constante, este último punto es un proceso que toma tiempo y que, con acompañamiento psicológico, sería la manera ideal de llevarlo al éxito. Así que llegado al punto, mi recomendación es que acudas a un profesional en el área. En todo caso, si al leer este artículo, has reconocido que has perdido tu palabra frente a los demás, ya diste el primer paso así que, ¡Ánimo y comienza la batalla para crecer e ir de tu “yo” a tu “YO”!

domingo, 21 de julio de 2013

La Ansiedad al Extremo

“No aguanté la ansiedad por la entrevista así que me comí todas las uñas, ¿Puedes creerlo?”, “Tenía tanto susto que tuve que salir corriendo al baño, en mitad de mi conferencia porque si no, ni te cuento lo que habría pasado ahí”

La ansiedad es una emoción común, primaria y necesaria para sobrevivir pues todo el mecanismo biológico milenario que la compone, alerta a nuestro organismo para dar la respuesta requerida y salir con éxito de todas las situaciones presentadas. Es la ansiedad la que nos ayuda a observar y escuchar atentamente para detectar cualquier anormalidad cuando estamos en un lugar que consideramos peligroso; la que nos empuja a encontrar las formas para satisfacer nuestras necesidades básicas como el hambre y la sed; la que nos hace correr cuando vemos que nuestro hijo pequeño va a poner sus manitos en la plancha caliente.

Toda la liberación de hormonas que se dio en nuestro organismo para prepararnos para estas acciones, suele terminar poco tiempo después de terminada la situación que la provocó. Pero, para millones de personas en el mundo, desafortunadamente, este proceso no parece tener fin. La ansiedad no desaparece, sigue presente y tiene la tendencia a empeorar con el tiempo. Entonces, se convierte en enemiga del bienestar psicológico y biológico de nuestra vida.

Las personas con ansiedad extrema lo manifiestan psicológicamente y físicamente: pueden tener miedo de comunicarse con las otras, de ir a fiestas, de ser juzgadas por lo que visten, comen, calzan; pueden sentir dolores en el pecho, como si fueran a tener ataques cardíacos; pueden tener fuertes pesadillas; pueden tener miedo de salir de sus casas, de algunos animales y objetos como elevadores y terrazas altas. Cuando la ansiedad comienza a paralizar su vida normal entonces, estas personas ya comienzan a presentar trastornos de ansiedad.

La ansiedad que puede provenir de situaciones o pensamientos que requieren de tener un estado alerta, se termina convirtiendo en un sentimiento indeseable de miedo constante, desasosiego e intranquilidad y preocupación por el futuro, por lo que podría pasar si digo tal cosa, por lo que podrían pensar o sentir los demás de mí si hago esto o aquello, etc. La fuente de estos síntomas no siempre se conoce, por ejemplo, algunos tienen raíces en la historia personal de cada quien, en su estado psicológico incitado por las situaciones de estrés, otros tienen fuerte relación con la historia genética y médica familiar y otros, fuentes orgánicas como desbalances hormonales anormales.

¿Qué podemos hacer para nivelar nuestra ansiedad?

Definitivamente, lo mejor es buscar ayuda profesional, especialmente si está afectando nuestra vida regular o si nos encontramos paralizados por la ansiedad y nos encontramos evitando decisiones y acciones importantes en nuestra vida. Sin embargo, si el nivel de ansiedad que estás manejando es molesto pero no paralizador, entonces, para iniciar el balance, se puede empezar por hacer pequeños cambios en estilo de vida:

1. Practica una vida sana – Busca tener una alimentación saludable, dormir las 8 horas necesarias o mínimo 7 y hacer ejercicio de manera balanceada. También evita el café, el alcohol, la nicotina, cocaína u otras drogas psicoactivas pues éstas alteran el mecanismo de alerta que maneja la ansiedad, afectándolo negativamente. De igual manera, sucede con medicamentos para el asma, la tiroides y pastillas para adelgazar, entre otras. Por ello es importante que si te encuentras tomando algún medicamento, preguntes a tu médico si puede tener efectos como aumentar tu frecuencia cardíaca, darte sudoraciones o mareos.

2. Relájate – Hoy en día en nuestro mundo occidental ya hay muchas formas para aprender y practicar los distintos tipos de relajación tan utilizados en el mundo oriental; hasta en los gimnasios ya ofrecen clases de yoga. También puedes buscar academias que ofrezcan tai chi y meditación.

3. Ríete más de ti y de las cosas de la vida – Comienza primero por reírte de ti mismo; no te tomes tan en serio, muchos de tus errores han sido cometidos, son cometidos y serán cometidos por ti, muchas veces y por tus amigos, familia y colegas, otras veces más, por eso no creas que es el fin del mundo cuando tomas la decisión equivocada o cuando dices o haces algo errado; todos somos humanos todos nos equivocamos, y por supuesto, todos nos divertimos o nos hemos reído de las “embarradas” de nosotros mismos o de los demás. Lo importante no es el error, no es lo que piensen los demás de ti, es como lo tomes para aprender de él.

4. Diviértete más – Sácale el tiempo para compartir con personas con las que disfrutas: tus amigos, tu familia. Ve al cine, al parque, al club. Prueba aprender a tocar un instrumento o escuchar música y cantar; cantar es un liberador mágico, especialmente cuando descubres ciertas canciones con las que te identificas y que te ayudan a liberarte. Otro liberador mágico es llevar un diario a través del cual pienses cada noche acerca de todo lo que puede estar causándote estrés y donde puedas explicar lo que sientes que te está sucediendo y las sensaciones que te causan.
 
5. Habla, exprésate, comunícate – Para evitar malos entendidos por desahogarte con quien no debías, busca un profesional de confianza que te escuche. Con frecuencia, simplemente el hablar produce esa catarsis que necesitas para sentirte mejor. También puedes acudir a grupos de apoyo y líneas de ayuda.
 

Fuentes Bibliográficas


domingo, 14 de julio de 2013

¿Realmente buscas pareja?


“Tengo 35 no tengo novio y ya mis tías me tienen loca con el cuento de que me va a dejar el tren”, “Las amigas de mi mamá le preguntan si soy gay porque tengo 40 y no tengo novia”. Frases como éstas las escucho a diario en consulta y entre amigos; tanto mujeres como hombres en estas edades y en estas situaciones expresan preocupación por no estar en una relación de pareja.

Uno de los factores que genera este tipo de comentarios es el hecho de que, entre los adultos jóvenes y los mayores, las creencias, expectativas y los estereotipos no son los mismos. Las costumbres de nuestra sociedad actual han variado desde los tiempos de nuestros abuelos y padres. Sin embargo, algunas personas mayores y jóvenes no se han ajustado a los cambios y les cuesta adaptarse a las nuevas tendencias y comportarse de acuerdo a ello.

Aunque en muchos jóvenes, especialmente de pequeñas ciudades, las ideas y creencias que prevalecen es la fomentada por sus padres y abuelos, sus conductas responden a las exigencias sociales y laborales actuales, mostrando así la incoherencia y lucha interna que viven los jóvenes adultos de hoy.

Así las cosas, hombres y mujeres jóvenes llegan desesperados a consulta buscando ayuda para aprender estrategias y encontrar pareja o porque no se sienten felices con sus parejas actuales pero quieren continuar con su relación porque “es mejor así” y precisan de estrategias para mantenerla. La pregunta que les hago es: ¿Realmente buscas pareja porque tú lo deseas y necesitas?

En el espectro de casos nos topamos, por ejemplo, con adultos jóvenes que tienen un mayor interés en desarrollar su vida laboral o académica y dedican su tiempo a estudiar postgrados o a trabajar fuertemente y por largas horas, con lo cual, consecuentemente, tener pareja no es su prioridad. Pero cuando asisten a reuniones familiares y comienzan  los comentarios y preguntas presionando sobre la urgencia de tener pareja e hijos, entonces les surge la culpa, el stress y la preocupación por tener pareja y familia. Y, aunque no es genuino el deseo de pareja formal, la búsqueda por hallarla, comienza.

Hay otro grupo de adultos jóvenes que, sólo motivados por la presión social de sus amigos y colegas ya casados o con parejas formales, están en relaciones de pareja que no les son satisfactorias ni les hacen felices pero que les sirve para evitar la presión social que no pueden o saben manejar porque les es difícil salir de su zona de confort y prefieren conformarse con mantener una relación de pareja casi que exclusivamente para poder continuar con su grupo de amigos y evitar comentarios de sus familiares en lugar de asumir el reto de establecer nuevas relaciones con personas diferentes a su círculo social, solteras y con quienes puedan disfrutar actividades diversas sin tener pareja “por compromiso social”. 

Algunos otros, los menos, abiertamente publican que no se sienten preparados ni con deseos de comprometerse en relaciones a largo plazo ni mucho menos de tener hijos y hacer familia y disfrutan relaciones esporádicas que no les generan responsabilidades mayores y a pesar de recibir muchas críticas y comentarios, ellos sí son coherentes con lo que dicen, sienten y hacen y eso, los hace estar más sanos emocional y psicológicamente.

Este artículo está pensado para aquellos para los que, la opinión de los demás es tan importante que sus deseos y prioridades personales pasan a un segundo plano mientras que cumplir con las expectativas de los demás, sean amigos o familiares, toma el plano principal. Una actitud que es necesario revisar y procurar ayuda profesional para mejorar la calidad de vida que se tiene.

Algunas estrategias que pueden servir si estás en esta situación son:

1. Piensa. Haz una reflexión y un análisis honesto y completo sobre las razones por las cuales estás buscando pareja o tienes una relación de pareja que no te es satisfactoria. Eso te llevará a continuar con la búsqueda o a continuar con tu pareja actual y buscar formas de mejorar la relación o, por el contrario, pensar seriamente en terminarla.

2. Haz una lista. Si realmente te encuentras con el deseo genuino de iniciar una relación formal y no sabes cómo conocer personas que sean compatibles contigo, empieza por hacer una lista de tus características (valores, virtudes, defectos, competencias, inteligencias, etc.), actividades y hobbies que disfrutas y otra lista con los mismos ítems pero sobre lo que buscas en tu media naranja.

3. Empieza por tus conocidos. Quítate la pena o vergüenza y pregunta a tus amigos, familiares y conocidos si ellos conocen a una persona soltera y dispuesta a iniciar una relación formal que tenga las características más importantes para ti (3 o 4 máx.) y que disfrute algunas de las actividades que tú disfrutas (3 o 4 máx.) y que buscas en tu pareja.

4. Consulta a los especialistas. Hay algunas personas especializadas en la búsqueda de parejas, es su profesión y puedes acudir a ellos. Hay también sitios de internet especializados en el tema. Resulta relevante tener en cuenta que ya sea uno u otro sistema por el que te decidas a consultar, antes te asegures de su ética profesional y de que te garanticen seguridad y privacidad en sus procesos.  

Es importante tener en cuenta que los citados aquí son casos descritos de manera breve, práctica y general pero que cada caso merece su análisis y su atención profunda al igual que lo merecen las estrategias aquí compartidas.

sábado, 6 de julio de 2013

Cuando Uno EXPLOTA


“Ya ni sé claramente cómo pasó, sólo EXPLOTÉ y dije cosas de las que ahora me arrepiento tanto…”
 
Una de las acepciones de explotar, según la RAE (Real academia Española), es “manifestar violentamente un sentimiento, hasta ese momento reprimido”. Eso es justo lo que pasa en nuestro interior cuando explotamos: ha habido una represión muy fuerte de ideas, sentimientos o percepciones. Eso provoca que la estructura psicológica de una persona, incluyendo su sistema nervioso y su sistema endocrino,  tratando de encontrar su equilibrio emocional nuevamente, se manifieste de manera inadecuada, poco asertiva y agresiva. Sí, igual que pasa con “saber decir que no”, el “no explotar” también hace parte de ser asertivo.

¿Qué hacer para no explotar y comunicar efectivamente nuestros sentimientos? La mayoría de las veces explotamos cuando nos sentimos abusados de alguna manera, manipulados o decepcionados; cuando sentimos que lo que nos piden hacer/decir o lo que nos han hecho/dicho es injusto, insensato, ilógico, inmoral o dañino para otros o para nosotros mismos. Sin embargo, cuando nos han maltratado, muchas veces decidimos callar y “aguantar” lo que pensamos y sentimos, o, si es el caso, terminamos accediendo a lo que se nos pide en contra de nosotros mismos, de nuestras convicciones. Algunas veces porque nos lo pide o nos lo dice alguien que ejerce poder sobre nosotros, como en el caso de un superior en el área laboral; otras, por miedo a perder el afecto de alguien, como pasa con un amigo, un familiar o nuestra pareja; y, otras veces más, por miedo a que cuando necesitemos ayuda, nos la nieguen por no acceder a hacer lo que pide el abusador, como puede suceder con un colega.

Por cualquier razón, el no expresar nuestra inconformidad con lo que se nos propone o se nos ha dicho, genera en nosotros un proceso de “taponamiento de tuberías” que más tarde, como tiene que salir por algún lado, simplemente explota y en ocasiones, ocurre con quien no lo merece. Lo asertivo, sano y conveniente es expresar de manera cuidadosa y con buenos argumentos el punto de vista que se tiene sobre el asunto.

En todo caso, por distintos motivos, nos resulta difícil comunicar nuestra posición o nuestros sentimientos de manera clara y efectiva. Por ello, aquí comparto unas estrategias que utilizo en consulta como pasos previos en el proceso de lograr la asertividad y que te pueden ayudar a combatir las explosiones y manipulación y abuso de los otros.

1. Recurrir a la empatía. Hay momentos en que las personas dicen o piden algo de ti sin tener en cuenta tus necesidades, sentimientos o ideas, sólo porque están centrados en las suyas. En ese caso, una estrategia efectiva es preguntar a esa persona: “Si alguien te pide hacer esto mismo que me pides y tú no estás de acuerdo, ni te sientes cómodo haciendo, ¿Tú qué harías en mí lugar?” y, si es algo que ha sido dicho, entonces, la pregunta sería: “Si a ti te hubieran dicho esto que me dices, ¿Cómo te sentirías y cómo reaccionarías tú ante estas palabras?”

2. Poner un “pare”. Es usual quien es abusador o manipulador reconoce al que permite ser abusado o manipulado y la práctica se vuelve constante hasta que el abusado dice “no más” pero, a manera de explosión y continuamente, con quien nada tiene que ver con el abuso. En esa situación se hace necesario para el abusado hacer consciente e identificar al abusador y, a sus palabras  ofensivas o agresivas, responderle: “Ese comentario no me gustó, me hizo sentir incómodo. Por favor, no lo hagas más.”  Y si es una solicitud, responderle: “No me siento cómodo haciendo lo que me pides. No lo pienso hacer porque no estoy de acuerdo con ello.”

3. Evitar al abusador de todas las maneras posibles. Cuando no hay apelación al diálogo que sirva, ni empatía o invitación a la reflexión del abusador que funcione, pues éste no está dispuesto, entonces, apelas a la acción, en este caso a tu defensa, huyendo, porque para que haya un abuso se requieren de dos partes: abusado y abusador, si uno de los dos no está, el abuso no tomará lugar. Este es el punto en el que sabes que el abusador no es empático sino egocéntrico, que está centrado en sí mismo, que poco le interesan tus necesidades o sentimientos aunque hayas tratado de recurrir a su empatía; o, es el punto en el que poner un pare no sirve en tu caso porque necesitas de un acompañamiento psicológico al que no puedes acceder y a pesar de haber intentado parar al abusador por ti mismo, éste insistió y fallaste en el intento pues, terminaste accediendo.

Aunque los tres tips te sirven para mejorar tu manejo en estas situaciones y, especialmente el último, son estrategias para neutralizar a un abusador en específico y te ayuda a solucionar rápidamente la molestia que te hace explotar, a largo plazo, es preferible optar por un programa psicoterapéutico a través del cual inicies una reestructuración cognitiva y conductual en asertividad y manejo de las “explosiones” o represiones.   

 

Fuentes Bibliográficas

http://www.rae.es/drae/