miércoles, 16 de enero de 2019

AACD: Que NO se te OLVIDEN las 4 Letras en el AMOR


Jassel Arzuza*


¿Cuál es la fórmula para ser feliz con mi pareja? La pregunta de siempre en procesos de coaching de pareja, o, inteligencia emocional (IE) de pareja.

Y, bueno, de eso hay mucho que decir, pero, vamos por partecitas.


La Reducción

Con eso de que tenemos la necesidad de simplificar procesos y huirle a dramas y a las películas de terror que, a veces pasamos con nuestras parejas, algunas veces podemos llegar a creernos el “cuentecito” de que las relaciones interpersonales se pueden reducir a la mínima expresión con 1 fórmula “mágica” y que, siguiéndola todo será perfecto: el cuento de hadas de Disney, las princesas y los príncipes.

Pero, “news for you”: NO.

La cuestión no implica ser tan simplista ni reduccionista como queremos, pero, tampoco hay que complicarse la vida que, ya de por sí, no es fácil y, más bien, podemos evitar hacérnosla una pesadilla con herramientas y estrategias en IE que compartiré en estos artículos.

Sí, definitivo, hay situaciones con personas por las que no nos gustaría pasar nunca como el desamor (que para que no pase hay que cultivar diariamente, sí, es un trabajo más pero, en esta vida, nada es gratis), el flirteo de la pareja por otro/a (que nos parte el corazón y nos baja el autoestima hasta el suelo), el/la “ex” (el dolor de cabeza de muchos), la suegra (que puede llegar a ser la enemiga íntima número 1 de una relación de pareja), y hasta más… pero que, no eres el único ni la única que lo pasa, todas son situaciones que, en un momento u otro, hacen parte de las relaciones.

Son elementos presentes en la vida de cualquier persona y hay que aprender a gestionarlos con inteligencia emocional.

Cada uno de esos temas y personas requieren de los componentes en común: tiempo, tolerancia, empatía, amplitud mental, experiencias, conocimientos, autoestima sana y baja ansiedad.  Cuando alguno falla o falta, probablemente, nos detonemos rápidamente y perdamos nuestro propósito: ser feliz a pesar de cualquier circunstancia o persona.


Cada Persona es Diferente, Consecuentemente, Cada Relación es Diferente

Todas las personas nos parecemos y nos diferenciamos, a la vez.

Con cada cliente en coaching e inteligencia emocional y, hasta en mi propia vida, con mis relaciones y con mi esposo, he reforzado la idea que, al respecto, han venido planteando las ciencias sociales y de la salud, como la psicología, la sociología y la antropología cultural: no se trata de hallar nuestras diferencias e ir marcándolas una a una, poniéndolas como obstáculos, como muros en nuestras relaciones porque, simplemente, no es funcional, no es útil, no construye, no genera evolución transpersonal que nos haga felices.

Esas diferencias siempre van a estar ahí entre un ser humano y otro.  No importa el tiempo no importa el espacio: somos diferentes y hay que hacer paz con ello.

De lo que sí se trata, es de vivir en armonía con las diferencias que tenemos porque en tu pareja tú no buscas una copia de ti mismo (estarías en un estado de egocentrismo tal, que sólo podrías enamorarte de ti y claro, el deseo es válido, pero ten en cuenta que con tanta variedad genética y cultural, es muy difícil de encontrar a alguien exactamente como tú y te complicarías tu existencia en ello).

Lo que sí buscas es a un compañero/a con las AACD para: enfocarnos en lo que nos parecemos, llegar a acuerdos de convivencia, disfrutar el tiempo que compartimos y evitar el abuso y la no comprensión que nos “metemos en nuestras cabecitas y corazones” cuando elegimos el enfocarnos en las diferencias de creencias, costumbres y crianzas entre nosotros y que nos llevan a lo no aceptación, al desamor y al irrespeto al otro y a nosotros mismos.

En el próximo artículo: la primera A del AADC en el amor de pareja.
 
*Psicóloga, Master en Psicobiología y Neurociencias, Coach, certificada en Inteligencia Emocional. www.jasselarzuza.com


martes, 19 de junio de 2018


Cómo Hacer para No Llegar a la Ansiedad Destructiva

 
“Estoy gorda por ansiedad”. “Mi cara está llena de espinillas por ansiedad”. “Por ansiedad, hackeé el FB e IG de mi novia y me terminó”.

Sí, esa es la ansiedad que conocemos.

Los trastornos de ansiedad y de ansiedad generalizada es la que nos han vendido y por ello, nuestro imaginario colectivo es: la ansiedad es destructiva y horrible.

Pero no, no es así. Aún no sabemos lo agradecidos que tenemos que estar de contar con ansiedad. No nos dieron un manual, se les olvidó meterlo en el contenido educativo escolar, como el incluir la clase de Inteligencia Emocional.

Resulta que: la ansiedad está dotada de fundamento psicobiológico, es una emoción y, ése es su valor como impulsador genético del sistema evolutivo de los humanos, como señalan Aranda y Goleman, en sus libros sobre emociones.

Por ella, salimos de las cavernas donde vivíamos con miedo a ser comida de animales pues nos impulsó a ingeniarnos el construir “casas”, luego, nos llevó a crear lenguas para comunicarnos y formar sociedades.

Ella te mueve a estudiar para sacar buena nota y pasar el año tranquilo. Es esa ansiedad de ser buena madre la que hace que te levantes a alimentar tu bebé a las 2 a.m.; es la misma que te hace ir al gimnasio para verte tan bien como tus amigas.

Es la ansiedad ese impulso que nos levanta a todos, todos los días, para cumplir con nuestros sueños.

La ansiedad es nuestra amiga.

Es una emoción común y no patológica, como muchos creen, es necesaria para sobrevivir. El mecanismo biológico milenario que la compone, alerta a nuestro organismo para prepararlo y dar la respuesta exitosa a las situaciones reto diariamente.

Ella nos empuja a ver y oír atentamente para detectar cualquier anormalidad cuando estamos en lugares peligrosos, nos salva; nos lleva a buscar cómo satisfacer necesidades básicas como el hambre y la sed, nos permite sobrevivir; nos hace correr cuando vemos que nuestro hijo va a poner sus manitos en la plancha caliente, nos cuida.

Esa liberación neuroendocrina que se da en nuestro organismo para ejercer estas acciones, debería terminar poco tiempo después de la alerta que la provocó.

Desafortunadamente, para millones de personas, este proceso no parece tener fin.

Para ellos, la ansiedad no desaparece, sigue y tiende a empeorar con el tiempo.

La persona se empecina a que las cosas sean cómo y cuándo ella quiere, no acepta la realidad. Entonces, se convierte en enemiga del bienestar psicobiológico: un problema de ansiedad.

Para mantener tu ansiedad en modo constructivo, necesitas:

*Buscar ayuda profesional, si ya está afectando tu vida.

*Mantener una vida sana: duerme y come adecuadamente.

*Evitar el café, alcohol y sustancias psicoactivas que refuerzan las neuroenzimas y los trastornos de ansiedad.

*Llevar a cabo programas de relajación: meditación, yoga, grupos de oración (de los de corazón, reales, no de los de sólo porque “es lo in y de moda”).

*Reírte más: Ver programas y series cómicas. Asistir al teatro a obras cómicas. Leer caricaturas.

*OCÚPATE: Sé útil y feliz siéndolo. Disfruta tu trabajo.

*Haz servicios sociales. Cada vez que ayudas a alguien en necesidad, te das cuenta de tanto que tienes por AGRADECER, te enfocas en los grandes problemas de otros y olvidas los tuyos que te generan a ti ansiedad. Resultado: baja tu ansiedad.

*Aprende esto: La vida no es como queremos que sea, es como es. No siempre se hace lo que tú quieres y como lo quieres. El mundo no gira alrededor de tus deseos por más que sean válidos y respetables.

*Relájate cuando las cosas no salen como tú quieres. Todo tiene su razón de ser. Todo tiene su PRO no todo es contra. Encuentra ese PRO en las cosas.

*Disfruta cada instante: si toca lavar platos, gózatelo, que no te amargue. Agradece que tienes platos, están sucios porque comiste, tienes manos y agua para lavarlos.

*Habla, ojalá primero con un profesional antes de “embarrarla” con la persona con que tengas un conflicto para ver una perspectiva diferente a la situación. No te reprimas, exprésate, no te quedes con odios y resentimientos, con ellos, sólo generarás cortisol y, a la larga, eso es veneno para tu organismo.

 
Jassel Arzuza, Online Coach y Psicóloga Certificada en Inteligencia Emocional, Master en Neurociencias. www.jasselarzuza.com

miércoles, 7 de marzo de 2018

A Man’s World that Means NOTHING without a WOMAN


Sí, dicho por ellos mismos, o, más bien, cantado por ellos mismos: es un mundo de hombres pero no sirve, ni significa nada, sin la mujer.

Oprah Winfrey, Beyoncé, Shakira, Angelina Jolie, Meryl Streep, Ellen DeGeneres y Jodie Foster, ¿Qué tienen en común?

Son mujeres poderosas e influyentes del mundo del entretenimiento que vienen anunciándole al público que ser mujer no sólo se trata sólo de ser bonita, tener lindo cuerpo y sonrisa cautivadora, todas características que por años llevan vendiéndonos.

En este 8 de Marzo, día internacional de la mujer (trabajadora), vamos a celebrar nuestros triunfos en este man’s world, de la mejor forma que podemos: reconociéndonos en nuestros logros, capacidades y aprendiendo más cómo seguir siendo BELLAS, MARAVILLOSAS, INTELIGENTES Y FELICES.

El Terreno Ganado

Según los informes sobre el desarrollo mundial del Banco Mundial en esta década que va corriendo, las mujeres representamos más del 40% de la fuerza laboral y ocupamos un poco más del 50% de las sillas en los salones universitarios. Ya no estamos más relegadas a sólo lo doméstico, o, a la crianza de hijos, podemos mostrar nuestro gran POTENCIAL en todas las áreas que, desde, los griegos eran sólo ocupadas por los hombres.

Las mujeres divorciadas y viudas son cada vez menos estigmatizadas y menos tratadas con lástima. Ahora, se les ve como “echadas pa’ lante”, y se admira su fortaleza para ser RESILIENTES, con hijos, o, sin ellos.

Tenemos hasta oficinas para la mujer, en algunos países, así como, viceministerios para la mujer, cuotas de la mujer dentro del ala legislativa y administrativa de gobiernos y empresas privadas.

Sí, son muchos avances en un mundo en el que hace apenas 112 años en sólo un país, Finlandia, se autorizó el derecho a votar para hombres y mujeres por igual. Un mundo de hombres en el que sólo hasta hace 53 años, en un país reconocido por muchos como libre de discriminaciones, como lo es Estados Unidos, se permitió el voto a mujeres blancas y negras, por igual.

Tanto que Somos y Tontas que no Somos

Es un hecho comprobado por las neurociencias: sí, existe una diferenciación sexual del sistema nervioso entre hembras y machos mamíferos. Sí, somos diferentes.

Estas diferencias que ocurren, especialmente, en fases críticas perinatales (alrededor del embarazo) afectan nuestras redes neuronales, y, consecuentemente, nuestra forma de pensar.

Todos los neurotransmisores, hormonas esteroides, tales como la testosterona, el estrógeno y la progesterona, y, otros agentes, permiten o reprimen ciertas conductas típicas del macho y de la hembra. Un ejemplo claro y evidente del efecto de lo neuroendocrino en el comportamiento humano es: la agresividad y fuerza del hombre, por un lado y, por otro, la sumisión y delicadeza de la mujer.

Adicionalmente, el poder de la cultura y lo psicosocial le imprime a cada género una diferenciación marcada donde la mujer ha demostrado que, de tontas, no tenemos ni un pelo.

Contamos con capacidades como: nuestra facilidad en el lenguaje al comunicarnos, nuestra tendencia a ser fortalecidas usando redes de apoyo, como lo son las amigas y mujeres de la familia y, nuestra identificación de las emociones sentidas por nosotras y reconocidas en el otro, la cual constituye la primera competencia de la inteligencia emocional.

Todo esto nos permite, en general, mostrar una mayor inteligencia emocional y social a pesar de los altibajos propios de los ciclos menstruales con sus cambios hormonales que pueden llegar a afectar nuestras ideas y tomas de decisiones.

Si estos cambios los vivieran en sus cuerpos los hombres, el caos mundial, sería tenaz, por ello, la naturaleza, sabia que es, nos la brindó a nosotras las mujeres y nos capacitó con las redes neuronales y sociales para sobrellevarlos.

¿Pa’ Dónde Vamos?, o, más bien, ¿Pa’ Dónde podemos ir?

Para casi que, literalmente, donde nos dé la gana.

En un planeta en el que la fuerza física y la agresividad específica de algunos animales y, del hombre, proporcionada por su testosterona, está siendo reemplazada por robots y automatizaciones, el campo a la mujer se abre casi que, completamente, a las habilidades tradicionalmente femeninas.

Tenemos, en potencia, las de ganar, en esta sociedad que hoy se vislumbra donde las inteligencias, especialmente emocionales y sociales, antes las cenicientas, hoy, son las reinas, y están siendo valoradas por encima de la fuerza física, así que, ¡MUJERES: ARRIBA Y PARA ADELANTE, pues para atrás y para abajo, ni para coger impulso!

 
*Psicóloga, Master en Psicobiología y Neurociencias, Coach, certificada en Inteligencia Emocional. www.jasselarzuza.com

lunes, 5 de febrero de 2018

El Fin de la Etapa Egocentrista con la Vida en Pareja

"Es que me desespera que no entienda que así no debe ser, ¿Acaso eso no se lo enseñaron en su casa, que eso no se hace?, ¿Tú sí me entiendes, verdad, que eso está mal hecho y que yo tengo la razón?" 
Cliente en Coaching de Parejas y Terapia en Inteligencia Emocional, Colombia 

Una de las relaciones con mayor capacidad de aumentar nuestro desarrollo personal es la relación de pareja. Evidentemente, al convivir con tu pareja, descubres que lo que te enseñaron en casa como “buenas costumbres”, lo “correcto”, lo que “debe ser” no necesariamente es verdad absoluta en todas las familias, culturas, países. Y, no es que esté “mal” o “bien” tu forma de ver la vida, de pensar, de expresarte, de hacer las cosas, (claro, siempre y cuando no dañes a terceros), simplemente, puede ser muy distinta a la de tu pareja.

Consecuentemente, de varias maneras, la relación de pareja y, específicamente, la convivencia, plantea muchos retos a la inteligencia emocional y social de una persona, tanto que hasta podríamos llegar a decir que tomamos un examen diario de habilidades psicoemocionales cuando interactuamos con nuestra pareja y que es nuestro mejor maestro para ser mejores personas.

Y, aunque el crecimiento personal es gigante, las dificultades en el relacionamiento, usualmente, también lo son, especialmente, cuando tu pareja es de una cultura, sociedad, o, círculo social diferente al tuyo.

Por ello, el relacionamiento con una pareja, que puede presentarse desde la adolescencia, inicia y marca el camino a la adultez joven, pues es necesariamente, un alejamiento al “todo lo que sé y soy me viene de mi familia, mi educación y mi cultura”; es un desprendimiento del egocentrismo de las etapas infantiles, esa época donde todo se resume a mi percepción y mis creencias propias y circundantes, no hay cabida para más. Al iniciar relaciones de pareja, te enfrentas al mundo real donde todo es diverso, rico en diferencias y ya debdes dejas atrás a tu "burbuja" infantil.

Es por esto que, hay tanto dolor, discusión y fricción entre las parejas en las tomas de decisiones y en las conversaciones en las que se comparten puntos de vista: en nuestro egocentrismo infantil, lo cual es un comportamiento típico de las primeras fases del desarrollo neuropsicosocial de cualquier ser humano, estamos convencidos de que nuestro punto no es sólo válido si no, el único válido, útil, lógico, con sentido, etc. Y tenemos la tendencia a invalidar al otro con tanta facilidad y, en contraste, rápidamente, justificar el nuestro.

Se requiere, entonces, de mucha guía y ayuda profesional para afrontar estas situaciones, estos cambios naturales, con inteligencia emocional y social para comprender lo que sucede en nuestro interior, para entender este choque y superar esta fase sin llegar a herirnos y a herir al otro en el proceso.

Sobre todo, se necesita de una gran dosis de empatía, autoanálisis, autorreflexión, amor y respeto (pero verdadero respeto, no el de la opresión y el autoritarismo del siglo pasado) para no morir en el intento, o más bien, para no matar la relación en el camino, porque es casi seguro que nos vamos a herir, como dice la canción: “Everybody hurts, sometimes”, así que, para convivir en armonía: a cambiar, a tratarnos con más flexibilidad, libertad y aceptación real de lo que somos y de lo que el otro es.


*Psicóloga y Coach Online, Master en Neurociencias, certificada en Inteligencia Emocional. Complemento del artículo escrito para el periódico latino de Toronto, Correo Canadiense.
Mayor información de sesiones, cursos, talleres en: www.jasselarzuza.com - www.ifniec.com 

jueves, 11 de enero de 2018

La Espiritualidad y la Inteligencia Emocional

Desde tiempos inmemoriales el ser humano ha mantenido una serie de creencias que le han llevado a construir relaciones con seres extraordinarios que cuidan y protegen la tierra, el cielo y el “más allá”. A estos seres les ha llamado dioses y espíritus, entre otras, y los ha clasificado según funciones y rangos de importancia.

Adicionalmente, en todos los mitos, creencias y religiones, el hombre se ha considerado a él mismo como un ser con un espíritu y a cada uno de los habitantes del planeta,  animales o plantas, especialmente en algunas religiones, les ha dado calidad de espirituales.

En este artículo no hablaré de si es real o no los mitos, creencias y textos religiosos que cuentan sobre estos seres y sus cualidades, ése no es el propósito, ni lo es el formar juicios sobre ello, pero sí que mencionaré los beneficios que proveen para nuestra inteligencia emocional.

Dentro de los favores que nos hace el tener una vida con espiritualidad, están:

+ La tendencia a la tranquilidad - Las personas que creen que Dios tiene el poder de todo lo que sucede, específicamente en crisis, suelen eliminar la carga emocional que viene de la idea de tener el control de todo y que todo lo que pasa es nuestra culpa o responsabilidad. Esto hace que sean personas más sosegadas en su vida diaria. Hacen hasta donde creen que pueden porque están seguras de que Dios tiene el control. Aquí la parte un poco peligrosa es que pueden quedarse en la inacción y no explorar su recursividad y creatividad para resolver problemas por “dejar todo en manos de Dios” y claro, no se puede dejar todo en manos de otro, hay que empoderarse y asumir la responsabilidad de las decisiones y de la vida misma.

+ La presencia del agradecimiento – Como ya he planteado en otros escritos, el agradecimiento es una virtud para la inteligencia emocional. Es fuente de felicidad en la vida de muchos pues genera la conciencia personal de lo que tenemos y somos que, algunas veces, la perdemos en nuestras actividades del día a día donde sólo resolvemos problemas y olvidamos nuestras bendiciones.

+ Red de apoyo fuerte – Generalmente, al integrarte o ser parte de alguna religión o grupo espiritual, vas formando una red de apoyo constituida por personas con las que compartes esas creencias. Y, como ya sabemos, las redes de apoyo originan varios privilegios entre ellos: alcanzar el sentido de pertenencia requerido para vivir en bienestar con los demás y obtener protección, soporte y socorro para momentos difíciles, dolorosos y críticos.   
 
(Adaptado del artículo escrito para el periódico de Canadá, Correo Canadiense)


*Psicóloga y Coach online, Master en Neurociencias, certificada en Inteligencia Emocional. www.jasselarzuza.com

martes, 12 de diciembre de 2017

Enojo Efectivo (Adaptado del artículo escrito para Correo Canadiense)

Muchos les temen a las personas cuando están molestas, enojadas, tristes o “muy emocionadas” porque, de alguna manera, las perciben como una amenaza, sin embargo, no hay nada más útil que una persona que te expresa su emoción, pues, al contrario de una que calla, con ésta sí que sabes dónde y cómo estás parado para esta persona; su enojo es un aviso sincero que agradecemos. Sabemos que no nos va tirar un cuchillo a la espalda, mientras dormimos a su lado plácidamente. Si nos lo tira, lo hará de frente y a plena luz, así podremos defendernos. 

Por otro lado, el miedo que sentimos al ver a alguien furioso es una respuesta natural de nuestra estructura humana que se pone en modo defensa inmediatamente.

Es importante tener claro que todas las emociones que los seres humanos somos capaces de sentir tienen un propósito evolutivo y obedecen a factores neuropsicológicos que nos han acompañado por miles de años. Es decir, todas las emociones, nos gusten o no, tienen su razón de ser y su utilidad en nuestras vidas por ello, nos han acompañado todo este tiempo.

Sin embargo, somos nosotros los que les damos una interpretación negativa a las emociones porque además tenemos una tendencia aprendida a valorar más la razón que la emoción. Esto como resultado de nuestra educación cultural y familiar.

¿Cuándo la molestia o el enojo es útil y efectiva?

El enojo es útil siempre porque es la forma en la que nuestro sistema neuroendocrino y nuestro programa emocional se manifiesta, nos protege, nos avisa y le avisa a los otros a nuestro alrededor que estamos inconformes con alguna situación o hecho y que nos está hiriendo de alguna manera. Esto le ayuda al otro a responder frente a nuestra emoción, le da una guía de que algo va a cambiar o si no, se agudizará la diferencia entre nosotros y la molestia del otro.

Es efectivo el enojo, cuando: 

*    Expresamos molestia sobre el hecho concreto que nos genera la inconformidad.

* Le informamos directamente a la persona implicada con respeto, claridad y honestidad aquello que nos molesta.

* Ofrecemos opciones de soluciones al evento que nos molesta, no atacamos ni etiquetamos a la persona, sólo hablamos del hecho que nos molesta.

* Pedimos tiempo al otro, respiramos y organizamos nuestras ideas antes de entrar en discusión con el otro. 

¿Cuándo obstaculizamos el poder de nuestras emociones y minimizamos la efectividad y utilidad del enojo?

Siempre que: 

* Reprimimos nuestra emoción de molestia por “educación” y miedo al “qué dirán” pues ese cortisol, adrenalina y demás hormonas que hemos generado, por psicosomatización, se quedarán dentro de nosotros y en meses o años, nos afectará nuestra salud física de distintas maneras como dolores de cabeza, asma, disturbios hormonales, cardíacos y hasta cáncer.

* Hacemos una explosión, algunas veces con la persona incorrecta, debido a la represión constante de muchos hechos unidos del pasado que terminan por funcionar como “olla de presión”. 

* Iniciamos y fomentamos comentarios en personas de nuestra comunidad llenos de insatisfacción alrededor del hecho y con respecto a las personas involucradas sin estar ellas presentes (lo que se califica comúnmente como hablar “a las espaldas” de alguien o “chismosear”) y generamos un ambiente destructivo y 0 útil en nuestro contexto.

Sí, la rabia, al igual que todas las emociones, se puede usar con efectividad en la resolución de problemas.


*Psicóloga y Coach online, Master en Neurociencias,  certificada en Inteligencia Emocional. www.jasselarzuza.com www.ifniec.com 

sábado, 9 de septiembre de 2017

El Perjuicio y el Prejuicio de las Etiquetas

“No es que tú si eres BRUTO para las matemáticas, pero, ¿Por qué será que tú no puedes ser bueno en matemáticas como tu hermano?”

“Y ya terminaste de nuevo con otro, tú como que no puedes estar con alguien más de un año, eres como que la RESBALADIZA de la familia, todos se te escapan cual agua de las manos…”

Las etiquetas, como todo prejuicio que hemos inventado los seres humanos, están fundamentados en el miedo. Ellas son una forma de protección que hemos encontrado contra aquellas actitudes, comportamientos, ideas que de alguna forma sentimos nos molestarán, herirán, afectarán y, en algunos casos, llevados hasta el extremo, sentimos que hasta determinarán el fin de nuestra raza humana.

Es el caso de algunas de las etiquetas más dañinas entre los seres humanos como las puestas por los fanáticos religiosos. ISIS, es un ejemplo claro de ello, todo el que no es musulmán, es infiel y hay que matarlo, pero es igual en todas las religiones donde se presenta el fanatismo, que, finalmente, es miedo aterrador. Hace unos años cuando vivía en Brasil, un niño de sólo 10 años, hijo de unos amigos con los que desayunaba, me oyó hablar de la Virgen María y me dijo, “ay no pero tú eres católica, qué mal, no entrarás al reino de los cielos, no debería ni compartir mi mesa contigo…” un miedo letal, tal como si le fuera a transmitir algún tipo de virus mortal sólo por estar sentados juntos.

Ni qué hablar de los prejuicios sexuales ¿Cuántas niñas en países latinoamericanos y del Asia, asesinadas o, en el mejor caso, vistas y tratadas como objetos a vender al mejor postor, sólo porque son niñas y no niños? O, el prejuicio a los homosexuales, señalados por algunos como los culpables de que se acabe el mundo porque no podamos procrear más en un futuro apocalíptico ya que, sólo habrá en la tierra “maricones y lesbianas” y ningún nacimiento de niño y niña “normal” y por eso hay que “acabarlos” ya, es que son una enfermedad.

Extremos de los prejuicios conducidos por miedos claramente irracionales, como muchos miedos lo son, que nos pueden llevar a matar a otro ser humano sólo y exclusivamente por su color de piel, género, estrato socioeconómico o religión y cualquier otra diferencia ideológica o física que se nos ocurra para dividirnos y autoclasificarnos en mejores o peores.

El asunto es que, como todo en la vida, los prejuicios y las etiquetas pueden ser una estrategia útil cuando sirven como el llamado a la conciencia de una alerta que nos dan los otros de que algo en nosotros no está en su nivel óptimo y puede ser mejor, como cuando le decimos a alguien, “Oye ya llevas tres choques del mismo lado, pilas que la próxima te llamaremos el chocón de la derecha, ¡jajaja! Bueno, no, es en serio, que ya nos tienes preocupados, ¿No será que estás perdiendo la visión en ese ojo, o, qué será?, ¿Has ido al médico a revisarte la visión, o será del oído que no oyes la bocina del otro carro?”

Muchas veces los otros nos dicen cosas que no se nos ocurren porque ellos nos ven desde su óptica, que es diferente a la nuestra, porque no está ensimismada como la nuestra y nos alertan y hasta nos salvan, como en el caso de este cliente que se terminó dando cuenta de que sí tenía un problema en su campo de visión y, sólo por miedo a que le pusieran el apodo, salió a revisarse y, por eso, pudieron corregirle su problema de visión. Ya no ha chocado más.

Pero, las etiquetas se vuelven un perjuicio para los humanos cuando abusamos de ellas, cuando nos volvemos medio paranoicos, medio neuróticos, o, en su fase “normal” intolerantes. Y, éste es el punto donde nos encontramos la gran mayoría de ciudadanos de nuestra sociedad de hoy, cada vez más demandante y perfeccionista. Nos hemos convertido en seres intolerantes y lo somos con nuestros hijos, hermanos, amigos, padres, estudiantes, empleados, gobierno etc.

“Mami, ¿Ya te diste cuenta de que te está saliendo una cana aquí? Ay no, corre a la peluquería porque te ves fatal”

“Amiga, ¿Viste el gordito que se te ve en esta foto?
-Uy sí, qué mal, desde mañana la dieta de las frutas para toda la semana porque ese gordo de que se va, se va…”

“Pedro, de verdad, ¿Tu hijo no está en Kumon? Anda, no le estás sacando todo su potencial en matemáticas, se te va a atrasar y no va a poder tener el promedio para entrar a la universidad XYZ.”

“Luisa, en serio, ¿Cómo así que tu bebé todavía no camina? Creo que tiene problemas, llévalo al médico corriendo…”

La cultura en que estamos inmersos nos exige niños, jóvenes y adultos cuasi-perfectos con normas cada vez más ajustadas y rígidas, menos amables con nuestra humanidad, menos flexibles con nuestra cualidad inherente al individuo de ser seres en desarrollo constante y además y, sobre todo, DIFERENTES. Por ello, triste y terriblemente, observamos, desde nuestro asombro, cómo va en crecimiento el número de suicidios en niños y adolescentes y el surgimiento de juegos autodestructivos que, para nosotros, son claramente “locos” y “anormales”.

Parte de la razón de ello está en nuestra poca aceptación de lo que son nuestros hijos con alegría por sus triunfos (grandes para ellos siempre aunque para nosotros sean insignificantes), el respeto por lo que son hoy y la esperanza de lo que pueden llegar a ser. Pero de lo que ellos pueden llegar a ser, es decir, de su mejor versión, y no, la versión que nos requiere el vecino, la mamá del grupo de pilates, la amiga del club o hasta el ex con el que todavía estoy “ardida”.

Nuestros hijos están en su derecho de ser y no tener que correr a llenar las expectativas de los adultos, ni siquiera las de sus padres porque nosotros los padres no somos los dueños de sus vidas, aunque algunas veces nos creamos ese cuento.

Evitemos el perjuicio del abuso de esas etiquetas prejuiciadas, apodos que los minimizan y los ridiculizan: el gordo, la fea, la bonita, la bruta, la “fresa”… porque ellos son más que eso.


Cambiemos nuestro chip de la búsqueda loca de la perfección, las medallas y los trofeos. No caigamos en esa trampa que nos está deshumanizando y haciendo perder de vista todo lo que es nuestro hijo, toda la belleza de ese ser humano que tenemos la bendición de llamar hijo.