Es
un tema delicado pero que requiere ser tratado con la mayor asertividad y
claridad posible, ojalá desde el inicio de una relación formal de pareja. Sin
embargo, no se hace con frecuencia pues todas las conversaciones relacionadas
con el dinero generan incomodidad entre las parejas ya que el dinero marca el
status socioeconómico, lo que equivale a poder y con ello, todos los prejuicios
y posiciones al respecto.
Para
entender un poco más sobre el tema y el porqué de estos manejos confusos que
generan malentendidos y en casos severos, separaciones y divorcios, vamos a
entender un poco las creencias y costumbres que le subyacen.
Hasta
hace apenas unos 70 años el modelo de pareja que primaba en nuestra sociedad
era el del hombre-proveedor y la mujer-ama de casa. Este modelo que viene de
siglos atrás, muestra cómo la economía subyace a las otras áreas que componen
las relaciones humanas. Es así como lo social, intelectual, político,
científico y filosófico se fue generando en torno a los hombres y a la mujer se
le siguió relegando a la cocina, la casa y los hijos. El hombre era visto como
superior en todos los aspectos pues, obviamente tenía todas las habilidades
desarrolladas mientras que, a la mujer no se le posibilitaba la opción de
desenvolverse en algún medio diferente al del hogar. Las únicas labores
diferentes al hogar, en general, que ella podía desempeñar eran: profesora,
secretaria o enfermera. Desafortunadamente, cuando alguna mujer excepcional
salía de ese molde y se atrevía a ir más allá, era juzgada duramente y casi que
destinada al exilio social.
Esta
historia marcó la pauta para que el hombre sintiera que no sólo tenía poder
físico sobre la mujer por sus habilidades motoras y su fuerza física sino que como
él debía ser quien estudiara, adquiriera todas las habilidades intelectuales,
políticas y sociales, las creencias y costumbres desde ese tiempo apuntaban a
que también era él quién debía tomar todas las decisiones importantes en casa y
de esa manera, se le daba todo el poder, control y dominio de la relación de
pareja y familia.
Con
la industrialización, y luego las guerras mundiales, la salida de la mujer del
hogar y la incursión de la mujer al mundo laboral, específicamente en las
fábricas, se hace inevitable y con ello, la mujer se encuentra siendo
proveedora, también. Primer paso para empezar a desbaratar las creencias y
prejuicios que antes se tenían con respecto a las capacidades intelectuales,
administrativas y en las demás áreas. Esos hechos empujaron las revoluciones
del siglo XX por las cuales las mujeres pudieron obtener igualdad de derechos y
con ello vinieron todos los efectos en los roles y estereotipos sociales que
aún hoy son inestables y se presentan de manera diferente en las distintas
culturas y sociedades en América: Norte, Centro y Sur.
Conocer
esto es importante para entender la falta de claridad en cuanto a establecer la
comunicación sobre cómo manejar el dinero en la pareja. Como ha sido un tema
relacionado con poder y éste ha sido ostentado por el hombre, algunas familias
mantienen el sistema patriarcal y algunas otras, un sistema de creencias más
igualitario. No se trata de tener una posición de preferencia por uno u otro
sistema ni de revisar los beneficios y desventajas de uno u otros sistema de
creencias, ese no es el asunto a tratar en este artículo pero sí de entender
que, por supuesto, estas diferencias traen consigo que algunas mujeres y
hombres crean en uno u otro sistema, lo cual, al momento de establecer roles y
hablar de presupuesto familiar se convierte en un problema porque o el uno se
adapta al otro, cambiando de perspectiva, lo cual implica un proceso psicológico
y cultural duro o, hay resistencia al cambio y con ello, sufrimiento y
separación.
Para
cuando se presentan este tipo de situaciones u alguna otra relacionada con el
tema del dinero en la pareja, unos tips que pueden ayudarte a aliviar la
tensión son:
1.
Revisar
cuáles son las creencias que tienes y cuáles las que tiene tu pareja con respecto
al tema. Luego, hablarlo con mucha tranquilidad y lo menos defensivo que te sea
posible con tu pareja. Recuerda que todos tenemos creencias y, mientras no
hagan daño a los demás, todas son respetables. Sólo que cuando no son
funcionales, es decir cuando sufrimos por ellas, es el momento de analizarlas
(lo cognitivo) y modificarlas (lo conductual) para mejorar nuestra calidad de
vida.
2.
Llegar
a acuerdos con tu pareja sobre cuál sistema utilizar, teniendo en cuenta que el
objetivo cuando se trata de finanzas, es siempre ser práctico y real y que no
funciona el mantenerse en posiciones “románticas” del siglo XIX o en posición
de “orgullo machista” o “dignidad femenina” malentendida si están en la
bancarrota por mantener estas posiciones y creencias. Recuerda estás en una
relación, es decir hay 2 personas que toman las decisiones y no sola 1.Una
relación sana necesita mucho diálogo, mucho que ceder y aceptar pero también,
mucho que afianzar.
3.
Si
es uno solo el que aporta o uno de los dos tiene mejores ingresos que el otro,
es necesario ser consciente de que se generará un desequilibrio en el poder y
esto puede manifestarse en baja autoestima, ansiedad y mal humor en la persona
que obtiene menores ingresos mientras que, en la que obtiene los más altos,
puede haber abuso de poder, de manera directa o indirecta se puede mostrar un poco
déspota o así percibirlo el otro, si tiene baja autoestima. Si esto se
presenta, lo mejor es acudir a un especialista para que los guíe en el proceso
de lograr un equilibrio de poder sano.
4.
Hacer
presupuestos basados en las metas compartidas teniendo en cuenta los gastos
fijos, extras, ahorro, deudas y deseos de ambos. Aquí, en este punto, es
importante tener en cuenta que algunas veces uno de los dos es más “ahorrativo”
que el otro y que puede causar muchas discusiones y resentimientos profundos.
Si este es el caso, lo aconsejable es recurrir a un acompañamiento psicológico
para revisar la mejor manera de resolverlo.
Finalmente,
en definitiva, nuevamente aclaro, lo mejor sería discutirlo claramente antes de
iniciar un compromiso formal con tu pareja. Lo ideal es conversar sobre cómo
utilizar el dinero, identificar qué es prioridad para los dos, hacer planes
juntos, ahorrar juntos. Todo lo que se haga necesario para no entrar en el
error de muchas personas que mienten, esconden y engañan a su pareja cuando de
dinero se trata, ya sea por caer en una mala administración de dinero, es
decir, porque se compra lo que no se puede pagar, o no estaba contemplado en un
acuerdo de gastos en conjunto o porque el otro puede ser un poco avaro o tacaño.
Lo cierto es que el factor económico es uno básico en la relación y si no está
funcionando, recurre a las estrategias que comparto aquí y si te es posible,
busca ayuda terapéutica lo más pronto que puedas.
Referencias
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