Cómo
Hacer para No Llegar a la Ansiedad Destructiva
“Estoy
gorda por ansiedad”. “Mi cara está llena de espinillas por ansiedad”. “Por
ansiedad, hackeé el FB e IG de mi novia y me terminó”.
Sí,
esa es la ansiedad que conocemos.
Los
trastornos de ansiedad y de ansiedad generalizada es la que nos han vendido y
por ello, nuestro imaginario colectivo es: la ansiedad es destructiva y
horrible.
Pero
no, no es así. Aún no sabemos lo agradecidos que tenemos que estar de contar
con ansiedad. No nos dieron un manual, se les olvidó meterlo en el contenido
educativo escolar, como el incluir la clase de Inteligencia Emocional.
Resulta
que: la ansiedad está dotada de fundamento psicobiológico, es una emoción y,
ése es su valor como impulsador genético del sistema evolutivo de los humanos, como
señalan Aranda y Goleman, en sus libros sobre emociones.
Por
ella, salimos de las cavernas donde vivíamos con miedo a ser comida de animales
pues nos impulsó a ingeniarnos el construir “casas”, luego, nos llevó a crear
lenguas para comunicarnos y formar sociedades.
Ella
te mueve a estudiar para sacar buena nota y pasar el año tranquilo. Es esa
ansiedad de ser buena madre la que hace que te levantes a alimentar tu bebé a
las 2 a.m.; es la misma que te hace ir al gimnasio para verte tan bien como tus
amigas.
Es
la ansiedad ese impulso que nos levanta a todos, todos los días, para cumplir
con nuestros sueños.
La
ansiedad es nuestra amiga.
Es
una emoción común y no patológica, como muchos creen, es necesaria para
sobrevivir. El mecanismo biológico milenario que la compone, alerta a nuestro
organismo para prepararlo y dar la respuesta exitosa a las situaciones reto
diariamente.
Ella
nos empuja a ver y oír atentamente para detectar cualquier anormalidad cuando
estamos en lugares peligrosos, nos salva; nos lleva a buscar cómo satisfacer
necesidades básicas como el hambre y la sed, nos permite sobrevivir; nos hace
correr cuando vemos que nuestro hijo va a poner sus manitos en la plancha
caliente, nos cuida.
Esa
liberación neuroendocrina que se da en nuestro organismo para ejercer estas
acciones, debería terminar poco tiempo después de la alerta que la provocó.
Desafortunadamente,
para millones de personas, este proceso no parece tener fin.
Para
ellos, la ansiedad no desaparece, sigue y tiende a empeorar con el tiempo.
La persona se
empecina a que las cosas sean cómo y cuándo ella quiere, no acepta la realidad.
Entonces, se convierte en enemiga del bienestar psicobiológico: un problema de
ansiedad.
Para
mantener tu ansiedad en modo constructivo, necesitas:
*Buscar
ayuda profesional, si ya está afectando tu vida.
*Mantener
una vida sana: duerme y come adecuadamente.
*Evitar
el café, alcohol y sustancias psicoactivas que refuerzan las neuroenzimas y los
trastornos de ansiedad.
*Llevar
a cabo programas de relajación: meditación, yoga, grupos de oración (de los de
corazón, reales, no de los de sólo porque “es lo in y de moda”).
*Reírte
más: Ver programas y series cómicas. Asistir al teatro a obras cómicas. Leer
caricaturas.
*OCÚPATE: Sé útil y feliz siéndolo.
Disfruta tu trabajo.
*Haz
servicios sociales. Cada vez que ayudas a alguien en necesidad, te das cuenta
de tanto que tienes por AGRADECER,
te enfocas en los grandes problemas de otros y olvidas los tuyos que te generan
a ti ansiedad. Resultado: baja tu ansiedad.
*Aprende
esto: La vida no es como queremos que sea, es como es. No siempre se hace lo
que tú quieres y como lo quieres. El mundo no gira alrededor de tus deseos por
más que sean válidos y respetables.
*Relájate
cuando las cosas no salen como tú quieres. Todo tiene su razón de ser. Todo
tiene su PRO no todo es contra. Encuentra
ese PRO en las cosas.
*Disfruta
cada instante: si toca lavar platos, gózatelo, que no te amargue. Agradece que
tienes platos, están sucios porque comiste, tienes manos y agua para lavarlos.
*Habla, ojalá primero con un profesional
antes de “embarrarla” con la persona con que tengas un conflicto para ver una
perspectiva diferente a la situación. No te reprimas, exprésate, no te quedes con odios y resentimientos,
con ellos, sólo generarás cortisol y, a la larga, eso es veneno para tu
organismo.
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