Que
no, que tu pareja no tiene que ser como tú. Ni pensar como tú. Ni sentir como
tú. Ni opinar como tú.
Es
tu pareja, no es tu gemelo idéntico, porque ni esos son idénticos.
Y,
además, esperar y desear que tu pareja sea igualita a ti es más quedarte en el sólo
amar lo que tú eres, en lugar de crecer en el amor e indagar por tu más grande
capacidad de amar: amar a otros con y, a pesar de, las diferencias.
Es
aceptar de verdad que el mundo es ancho y diverso y que, en ello, está gran
parte de su riqueza en todos los sentidos.
Pero,
adicionalmente, es que todos los seres humanos somos distintos. Pensar y desear
lo contrario, es un pensamiento muy egocéntrico que está representado hasta en
la ficción, tipo los Sith de Star Wars, y, con resultados nefastos que
ya hemos vivenciado en la realidad, como ha sucedido con el liderazgo de los
nazis y los fundamentalistas y puristas políticos y religiosos en los diversos países
que los han sufrido.
Sumémosle
que, por esa condición que tenemos las personas como seres únicos, el querer y
creer que todo el mundo es como yo, es una idea fantasiosa (ésa sí, de ciencia
ficción) una creencia totalmente ilusoria, fuera de la realidad, una muestra de
que nos hemos quedado en fases personales infantiles: es decir, entre más
cerrados somos, entre más localistas y nacionalistas somos, entre más pegados a
creencias somos, más como niños y menos como adultos, actuamos.
Cada
uno de nosotros es único porque somos dinámicos, cambiamos y, si queremos y nos
lo proponemos, mejoramos cada día. Somos únicos porque esa mezcla de la que
hemos resultado, no se va a repetir: somos producto de la crianza particular,
de un momento en el tiempo, del temperamento con el que nacimos, de nuestra propia
neuropsicología y de nuestras preferencias personales.
No
somos moldes uniformes, por más que nos quieran hacer encajar en un formato, o en
un modelo X, o por más que nosotros nos queramos meter en uno a la fuerza para
satisfacer nuestras necesidades de pertenencia.
De
hecho, el APORTAR al que me refiero en este artículo y que requiere la vida en pareja,
viene de eso, de la capacidad de valorar lo que el otro nos trae a nuestra vida,
eso que no vemos igual al otro y que no traemos nosotros porque nuestro background no es el mismo.
En
la vida en pareja, por eso es natural que surjan los roces, las discusiones
diarias, o, semanales que nos llevan a acomodar aprendizajes, a asimilarlos,
para luego, hacerlos nuestros.
Es
ese adaptarnos que toma tiempo, paciencia, dedicación, escucha, amor y guía, en
los primeros años de vida en pareja, lo que nos hace crecer y ser mejores
personas.
Como
consecuencia, nos hacemos personas más abiertas a la diversidad, a la fusión de
culturas y creencias familiares y sociales, a las diferencias entre nosotros
los seres humanos.
Y,
entre más nos globalizamos, más veremos parejas que, con y, por amor, burlan y
traspasan fronteras raciales, religiosas, nacionales, etc., y con ello, aumentan
su inteligencia emocional y social.
Claro,
algunas discusiones serán más pesadas que otras, más profundas y de mayor
duración, pero, a la larga, si las tienes y, se dan ambos el permiso de
tenerlas y a ser diferentes y respetarse en sus diferencias, es un indicador de
una vida de pareja sana.
Cuando
ya comienza, alguno de los dos, a sentir que está siendo poco tolerable o
insostenible por las diferencias, y va más allá y nota que llega a la
incompatibilidad de caracteres porque no hay puntos de encuentro que hacen que la
vida compartida sea armoniosa, antes de
pensar en irse por caminos distintos, es muy útil buscar un tercero.
Lo
ideal, para no cargar a familiares ni a amigos, ni para que se convierta en el
chisme de whatsapp del momento, es buscar
un profesional que les ayude a revisarse y a analizarse con más objetividad y
tomar la mejor decisión: la que los haga
mejores personas y más felices, juntos o no.
Que
no es un juego ni algo de poca importancia el tener en nuestras vidas a una
persona infeliz. Por el contrario, es algo muy delicado pues, con sus acciones,
decisiones y palabras esa persona puede hacer infeliz a todo su entorno, desde
hijos hasta compañeros laborales y, hasta el punto de sabotearse una reunión o,
afectar, por su actitud, una relación importante para el desarrollo de un
proyecto de negocios.
Esto
debido a que, su bajo nivel de inteligencia emocional temporal, por su estado
anímico, puede llevarle a tomar decisiones y usar palabras que enloden su poder
de razón y decisión.
¡Cuánto
crecemos como personas cuando decidimos elegir una pareja que nos aporte y a
quien aportemos!, ¡Cuán feliz y libres somos cuando aprendemos a llevar
nuestras diferencias con nuestra pareja!
En el próximo
artículo: EL DC del AADC en el amor de pareja.
Jassel
Arzuza*
*Psicóloga,
Master en Psicobiología y Neurociencias, Coach, certificada en Inteligencia
Emocional y Disciplina Positiva.
www.jasselarzuza.com – www.ifniec.com