La ansiedad es una emoción común, primaria y necesaria para
sobrevivir pues todo el mecanismo biológico milenario que la compone, alerta a
nuestro organismo para dar la respuesta requerida y salir con éxito de todas
las situaciones presentadas. Es la ansiedad la que nos ayuda a observar y
escuchar atentamente para detectar cualquier anormalidad cuando estamos en un
lugar que consideramos peligroso; la que nos empuja a encontrar las formas para
satisfacer nuestras necesidades básicas como el hambre y la sed; la que nos
hace correr cuando vemos que nuestro hijo pequeño va a poner sus manitos en la
plancha caliente.
Toda la liberación de hormonas que se dio en nuestro organismo
para prepararnos para estas acciones, suele terminar poco tiempo después de terminada
la situación que la provocó. Pero, para millones de personas en el mundo,
desafortunadamente, este proceso no parece tener fin. La ansiedad no desaparece,
sigue presente y tiene la tendencia a empeorar con el tiempo. Entonces, se
convierte en enemiga del bienestar psicológico y biológico de nuestra vida.
Las personas con ansiedad extrema lo manifiestan psicológicamente
y físicamente: pueden tener miedo de comunicarse con las otras, de ir a fiestas,
de ser juzgadas por lo que visten, comen, calzan; pueden sentir dolores en el
pecho, como si fueran a tener ataques cardíacos; pueden tener fuertes pesadillas;
pueden tener miedo de salir de sus casas, de algunos animales y objetos como
elevadores y terrazas altas. Cuando la ansiedad comienza a paralizar su vida
normal entonces, estas personas ya comienzan a presentar trastornos de ansiedad.
La ansiedad que puede provenir de situaciones o pensamientos que
requieren de tener un estado alerta, se termina convirtiendo en un sentimiento
indeseable de miedo constante, desasosiego e intranquilidad y preocupación por
el futuro, por lo que podría pasar si digo tal cosa, por lo que podrían pensar o
sentir los demás de mí si hago esto o aquello, etc. La fuente de estos síntomas
no siempre se conoce, por ejemplo, algunos tienen raíces en la historia personal
de cada quien, en su estado psicológico incitado por las situaciones de estrés,
otros tienen fuerte relación con la historia genética y médica familiar y
otros, fuentes orgánicas como desbalances hormonales anormales.
¿Qué podemos hacer para nivelar nuestra ansiedad?
Definitivamente, lo mejor es buscar ayuda profesional,
especialmente si está afectando nuestra vida regular o si nos encontramos
paralizados por la ansiedad y nos encontramos evitando decisiones y acciones importantes
en nuestra vida. Sin embargo, si el nivel de ansiedad que estás manejando es
molesto pero no paralizador, entonces, para iniciar el balance, se puede
empezar por hacer pequeños cambios en estilo de vida:
1. Practica una vida sana – Busca tener una alimentación
saludable, dormir las 8 horas necesarias o mínimo 7 y hacer ejercicio de manera
balanceada. También evita el café, el alcohol, la nicotina, cocaína u otras
drogas psicoactivas pues éstas alteran el mecanismo de alerta que maneja la
ansiedad, afectándolo negativamente. De igual manera, sucede con medicamentos
para el asma, la tiroides y pastillas para adelgazar, entre otras. Por ello es importante
que si te encuentras tomando algún medicamento, preguntes a tu médico si puede
tener efectos como aumentar tu frecuencia cardíaca, darte sudoraciones o
mareos.
2. Relájate – Hoy en día en nuestro mundo occidental ya hay muchas
formas para aprender y practicar los distintos tipos de relajación tan
utilizados en el mundo oriental; hasta en los gimnasios ya ofrecen clases de
yoga. También puedes buscar academias que ofrezcan tai chi y meditación.
3. Ríete más de ti y de las cosas de la vida – Comienza primero
por reírte de ti mismo; no te tomes tan en serio, muchos de tus errores han
sido cometidos, son cometidos y serán cometidos por ti, muchas veces y por tus
amigos, familia y colegas, otras veces más, por eso no creas que es el fin del
mundo cuando tomas la decisión equivocada o cuando dices o haces algo errado; todos
somos humanos todos nos equivocamos, y por supuesto, todos nos divertimos o nos
hemos reído de las “embarradas” de nosotros mismos o de los demás. Lo
importante no es el error, no es lo que piensen los demás de ti, es como lo
tomes para aprender de él.
4. Diviértete más – Sácale el tiempo para compartir con personas
con las que disfrutas: tus amigos, tu familia. Ve al cine, al parque, al club. Prueba
aprender a tocar un instrumento o escuchar música y cantar; cantar es un
liberador mágico, especialmente cuando descubres ciertas canciones con las que
te identificas y que te ayudan a liberarte. Otro liberador mágico es llevar un
diario a través del cual pienses cada noche acerca de todo lo que puede estar
causándote estrés y donde puedas explicar lo que sientes que te está sucediendo
y las sensaciones que te causan.
5. Habla, exprésate, comunícate – Para evitar malos entendidos
por desahogarte con quien no debías, busca un profesional de confianza que te
escuche. Con frecuencia, simplemente el hablar produce esa catarsis que necesitas
para sentirte mejor. También puedes acudir a grupos de apoyo y líneas de ayuda.
Fuentes Bibliográficas
Excelente articulo. La verdad es hay que tener tiempo para uno, el problema es que las personas no se dan su tiempo, y muchos son adictos al trabajo.
ResponderBorrarMe gusto mucho lo expresado.
Así es... el asunto, si el problema de ansiedad es generado por la adicción al trabajo, sería entonces, ¿por qué se tiene esa adicción al trabajo? y ahí comenzar la introspección y el trabajo terapéutico consecuente. Saludos! :)
BorrarMe encantó artículo Jassel. Que impresionante todo lo que la ansiedad y el estrés pueden causar.
ResponderBorrarMe encantó tu artículo Jassel. Que impresionante todo lo que la ansiedad y el estrés pueden causar. Saludos
ResponderBorrarGracias, Debborah! Sí, así es, a veces no somos conscientes de todo lo que genera la ansiedad en construcción, cuando la manejamos adecuadamente y en destrucción, cuando no podemos gestionarla con asertividad e inteligencia emocional! Abrazos!
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