miércoles, 15 de julio de 2015

Necesito Tener mi Propia Casa / Mi Hijo Necesita Tener su Propia Casa

“Nunca pensé que a mis 35 años aún estaría viviendo en la casa de mis papás. Esto es muy frustrante y deprimente. A mi edad, mi papá ya era arquitecto y tenía su propio apartamento. Me siento el looser de la familia.”
Joven de 35 años en Barranquilla, Colombia.

“Lo poco que se gana lo gasta en vestidos y en la balada de los sábados .Los Domingos tiene resaca y me toca quedarme con la niña hasta las 2 pm que se levanta… y sí, yo entiendo que está en crisis por su divorcio, pero quisiera alternativas para que empezara a rehacer su vida en su propia casa.”  Mamá de joven en Sao Paulo, Brasil.

Comentarios que pensaba se daban en Latinoamérica por la creencia existente de que hay que permitir a un hijo establecerse en casa por el tiempo que quiera ya que, por razones culturales, es motivo de satisfacción pues se piensa que fomenta lazos familiares permanentes. Luego, leí más sobre el tema y hallé información interesante que no me esperaba, como que, en el Reino Unido, en 2013, eran 3 millones de jóvenes los que vivían con sus padres, y más centrado, en Inglaterra, unos 2 millones y en Estados Unidos vivían en casa de sus padres el 14% de su población joven. Por supuesto, en Europa y en Estados Unidos se le suma el factor de la crisis financiera que vienen arrastrando un par de años ya.

Así que esto de que era un tema cultural nada más, como yo creía, no era correcto pues no correspondía a las razones encontradas como más reportadas en las investigaciones actuales. Estas razones son: desempleo, divorcio, poco salario, postgrados y desequilibrios emocionales o psicológicos. Y lo he comprobado en mi consulta pues son más los casos que me han llegado, tanto por los papás tratando de hallar solución a las crisis de sus hijos, como por el hijo, desesperado por tener su vida aparte. Y sólo, aproximadamente el 20% de los jóvenes vive en casa de sus padres por querer vivir ahí. En todo caso, este artículo es tanto para padres que buscan ayuda para incentivar a sus hijos a vivir fuera de casa, como para jóvenes buscando salir de casa de sus papás.

He usado estos 6 tips y fundamentos que han sido útiles a ambos protagonistas del tema.

1.   Vivir en casa propia refuerza el sentido de identidad e intimidad de los seres humanos - Relevante en el desarrollo de una vida emocionalmente sana. Los jóvenes de 12 a 25 años pasan por cambios neurofisiológicos y hormonales por los que necesitan diferenciarse y formar su identidad propia. Es deseable en esta fase el vivir la experiencia de independizarse y obtener un espacio donde crear sus reglas, hábitos de vida y  estrategias para resolver problemas. Este momento es crítico para prepararse para la vida en pareja. Por ello, padres y jóvenes deben saber que luego de los 25 años es muy útil que un joven tenga idea de cómo vivir solo y mejor aún que pueda lograr su independencia del seno familiar y que éste sea un factor motivante para buscar casa propia.

2.   Revisar sueños y metas – Casi todo joven desea contar con el dinero para vivir tal y como lo hacen sus papás y esperan que eso suceda para decidir independizarse y por ello no contemplan la idea de mudarse. No tienen en cuenta algunos factores de ayer: 40 años atrás en América, para vivir cómodamente era suficiente con terminar estudios básicos y ocuparse en un oficio, o con tomar una carrera técnica de 2 o 3 años, o  cursar una carrera en la universidad y con ello ya empezar a generar el dinero suficiente para vivir bien; por otro lado, a estos papás les  tomó 20 a 40 años llegar a donde están y muchos de ellos, con sus 30 años, estaban en igual o menor situación económica que ellos. Así que nos ha servido muchísimo revisar los sueños y metas; nos organizamos y diseñamos un plan de acción al futuro pero con tareas para llevar a cabo en el presente que nos lleven a construir el sueño y con la determinación de compartir casa con amigos, tomar un lugar en renta o un préstamo para salir de casa de los papás, que son las siguientes opciones. 

3.   Solicitar préstamo para comprar un bien para vivir, o alquilar un apartamento – Primero se requiere de revisar las finanzas y de comprometerse con el banco pero es la primera opción para mudarse y además terminas logrando un bien propio, lo que te lleva a pensar a largo plazo y planear mejor tu vida. En algunos casos, los jóvenes no acceden a los créditos por no tener vida crediticia amplia y no les aprueban los créditos; entonces, algunos papás los asumen y los hijos hacen los pagos debidos, dejan la casa paterna y van a vivir de manera independiente. Así se fomenta el sentido de responsabilidad del joven y la confianza de la relación entre papás e hijos. Por otro lado, alquilar un departamento requiere de un análisis del presupuesto mensual; lo que he encontrado en consulta es que muchas veces no se había revisado ni pensado en hacer ajustes para lograr hacer factible la idea del alquiler. Entonces, después del estudio juntos en consulta, muchos clientes han encontrado que sí podían alquilar pero que no habían tomado en serio la idea y sí, han tenido que cambiar sus hábitos de vida y dejar algunas comodidades para obtener la ansiada independencia pero, finalmente, lo lograron y están felices, hasta compartiendo en las redes sociales las fotos de su logro.  

4.   Compartir casa con amigos – Muy al estilo Friends, es una estrategia poco usada en Latinoamérica pero muy útil por varios factores: se desarrollan más rápidamente las habilidades sociales y emocionales al vivir la experiencia de la convivencia, sirve como preparación para la vida en pareja, se genera la conciencia del otro de manera práctica, al igual que el cuidado, valor y orden de la identidad propia, del manejo de las finanzas, de las prioridades y de las propias cosas y el sentido de pertenencia a un grupo. Y, lo más relevante de este punto, sirve para aquellos que ya revisaron sus finanzas y encontraron que no tienen posibilidad de comprar o alquilar un departamento solos. 

5.   Acompañamiento terapéutico – Muchos jóvenes que están buscando compañía, ser escuchados, algo de guía y mucho de cariño deciden regresar a casa de sus papás al pasar por crisis emocionales, o laborales, varias por divorcios difíciles. Y, aunque los papás tienen buena intención, al aceptar a su hijo sin revisar con ellos un tiempo límite de estadía, sin buscar opciones juntos para que tengan su propia vivienda y especialmente, sin contar con una guía profesional asertiva, terminan estableciendo una relación emocional dependiente con sus papás que no les ayuda a lograr el ajuste requerido en su aspecto afectivo o emocional ni a desarrollar las habilidades sociales que estos retos les demanda. Por esto, es importante que estas personas cuenten con acompañamiento terapéutico y busquen un lugar propio en vez de permanecer más de 6 meses a 1 año en casa de los papás.

6.   Vivir solos empodera el sentido de autonomía –Fomento en padres e hijos todos esos beneficios y la sensación de logro que se tiene al vivir de manera independiente en mi consulta pues es un fuerte motivante para vivir independientemente. Resulta muy útil analizar lo que se gana a nivel emocional y práctico al tener casa propia, el aumento en el autoestima y en la imagen que se llevan los amigos cuando se puede decir: ya tengo mi casa, te invito. Y, con ello, también vienen todas las responsabilidades que se obtienen al vivir independientemente y que son las que nos hacen ir de jóvenes adolescentes a jóvenes adultos, logrando la meta final de la educación que todo papá busca: ver a su hijo vivir su propia vida sin la dependencia a ellos.


Referencias

Gallup (2014, Febrero 13). In U.S., 14% of those aged 24 to 34 are living with parents. Recuperado de: http://www.gallup.com/poll/167426/aged-living-parents.aspx

Rosh White, Naomi (2002). “Not under my roof!”: Young people’s experience of home. Youth & Society. Vol. 34, 2: p.214 – 231.

Rosh White, Naomi (2003). Changing conceptions: Young people’s views of partnering and parenting. Journal of Sociology. Vol. 39, 2: p. 149-164.

Siegel, D. The power and purpose of the teenage brain. iBme, Middlesex Conference.

The Guardian (2014, julio 29) 2 million young adults in England still living with parents, says Shelter recuperado de: http://www.theguardian.com/money/2014/jul/29/england-2-million-young-adults-living-with-parents

 

 

viernes, 19 de junio de 2015

Mi Ex, Mis y Tus Hijos


Mi Ex, Mis y Tus Hijos

 
“Es que nadie se imagina lo difícil que es… justo cuando pensé que llevarla al concierto de One Direction era una buena idea, después la oigo hablar con el papá diciéndole - no es que ni crea que con esto ahora me va a poder comprar, disque porque me lleva a un conciertico ahí, ¿Qué tal ésta?” 7 tips para vivir en armonía cuando tienes en tu vida al ex de tu pareja, tus hijos y los de tu ex.

Cada vez es más común encontrarme en consulta y en la calle con familias compuestas por parejas casadas anteriormente y con hijos de sus relaciones anteriores viviendo bajo el mismo techo o compartiendo fines de semana. Esto hace parte de los cambios que vivimos como sociedad luchadora por la igualdad de género, los derechos y otros proyectos sociales para transformar las ideas, políticas y leyes que han regido la sociedad occidental (para el mundo oriental algunas ideas reformistas son aún prohibidas).

Sin embargo, aunque en este tema ya se han realizado las modificaciones para hacerlo un asunto descomplicado y sin etiquetas negativas (por lo menos por las vías legales), lo cierto es que las costumbres, creencias, instituciones religiosas y hasta las películas y cuentos sobre los ex de pesadilla y madrastras malvadas y padrastros pederastas, hacen muy difícil la aceptación real del papel de la nueva pareja y madrastra/padrastro de este fenómeno estilo “The Brady Bunch”, “BlancaNieves” o “Cenicienta”.

En las 7 estrategias a continuación, incluyo a los 4 actores principales: papá, nueva esposa, hijos y exesposa.

1.   Empatía – Siempre en mis tips. Todos a ponerse en el lugar del otro. Es básico para poder desarrollar una comunicación respetuosa y amable que los lleve a generar un ambiente más descargado en casa y en sus relaciones. Se puede planear una reunión y jugar la actividad de los sombreros donde cada quien se pone un sombrero con el nombre del otro y se juega a que exprese cómo se siente y qué piensa siendo X persona. Esto ayudaría a ponerse en el lugar del otro y recordarlo cada vez que se va a decir o hacer algo que involucre o afecta a la familia.

2.   Revise con su nueva pareja y con su ex las normas – Es importante que se sientan las dos familias para establecer los límites y las pautas de crianza. De esta manera, se hablará el mismo idioma en ambas casas y no se caerá en la trampa del “concurso de popularidad” donde “en la casa de mi papá se hace X cosa y en esta no, qué aburridos son aquí”; o “mi mamá me deja salir hasta X hora y tú, no”, etc.

3.   Ser neutro en los comentarios – No hable mal de su ex frente a los hijos. Además de ser irrespetuoso y nada empático, los niños y jóvenes pueden “tomar lados”, volviéndose resentidos, rebeldes, “buscando la pelea” entre los adultos, o manipuladores (como chantaje emocional).

4.   Mantener la calma con los comentarios negativos – Es difícil, pero necesario por el bien de los hijos y de la relación como tal. Cuando su hijo le comente que su mamá/papá dijo X cosa terrible de usted, no pregunte ni indague más el tema con él, sólo conteste: “Sí, bueno, siento mucho que tu mamá/papá se sienta de esa manera y ya lo resolveré con él/ella más tarde y lo solucionaremos juntos.” Esta frase rompe la posibilidad de generar conflictos en hijos y entre los adultos.

5.   No use a su hijo – Es tentador usar al hijo como “va y viene” de lo que sucede en la casa de su expareja. Al preguntarle si su ex está saliendo con alguien o cómo se viste ahora, puede estar cayendo en la trampa. Evite a toda costa preguntarle a su hijo sobre su ex.

6.   Dele tiempo a los hijos de aceptar – Todos los procesos de cambio en los seres humanos necesitan de un tiempo para ser asimilados y aceptados. Además de ajustes estilo ensayo error. Quítese la idea de que todo será perfecto, ése es el primer paso. Habrá errores, habrá dificultades y crisis. Hay que hacer el análisis y asimilar los aprendizajes de cada situación. Si se es natural y espontáneo, no se cae en la trampa de “concurso de popularidad”; si se ha revisado con la expareja los temas en crianza y hay respeto y empatía entre adultos, con el tiempo los hijos aceptan y hasta encuentran lo positivo en tener dos hogares.

7.   Busque un mediador – Si el ambiente es muy tenso y poco dado a llegar a soluciones, es necesaria la intervención de un mediador. Es preferible un profesional en el área porque al escoger a la familia o amigos como mediadores, al no tener la experiencia y conocimientos aunque sí la intención buena, puede resultar en un desastre del que salgan todos siendo menos amigos y perder a una red de apoyo necesaria en esta fase. Recuerde es sólo eso: una fase más en la vida que también pasará.

 
Referencias

Allan, Graham, Crow, Graham and Hawker, Sheila (eds.) (2011) Stepfamilies. Basingstoke, GB, Palgrave Macmillan, 197pp. (Palgrave Macmillan Studies in Family and Intimate Life.) (University of Southampton).

Allgood, S., Higginbotham, B., Skogrand, L.(2007). Estrategias útiles para tratar con exparejas en un segundo matrimonio. Utah State University.

Arnett, Jeffrey Jensen (Ed); Tanner, Jennifer Lynn (Ed), (2006). Emerging adults in America: Coming of age in the 21st century, (pp. 193-217). Washington. DC, US: American Psychological Association, xxii, 340 pp.

Ganong, L.H., & Coleman, M. (2004) Stepfamily relationships: Development, dynamics and interventions. New York: Kluwer Academic/Plenum Publishers.

Knox, D., & Zusman, M.E. (2001). Marrying a man with Baggage: Implications for second wives. Journal of Divorce and Remarriage, 35 (3/4). 67-80.

martes, 10 de febrero de 2015

La Utilidad de la Honestidad Conmigo Mismo y con mi Pareja


Es Útil la Honestidad Conmigo Mismo y con mi Pareja

“Lo que me llevo de esta sesión es que el no decirle la verdad para no herirle y seguir viviendo este infierno, a la larga es peor porque no estoy siendo feliz y él, tampoco, y aún peor, ahora mismo puedo estar perdiendo una oportunidad de estar con otro y, él, con otra, que lo ame como quiere. Hoy voy a ser franca conmigo y con él. Hoy comenzaré mi nuevo camino”  

Hace poco publiqué en mis redes sociales un post con este mensaje que refleja la situación de 4 clientes en terapia. Lo que me llamó la atención fue la cantidad de comentarios que recibí de vuelta (de manera privada) de personas comentando que les estaba pasando lo mismo o, que a su vecina o, que a su primo o, que a su compañero de trabajo y que había sido un shock leer el post porque era muy fuerte la historia pero que se sentían agradecidos por la publicación porque de alguna manera, sentían que no estaban solos y que podrían pasar por ese proceso nuevo, difícil, largo sabiendo que si la protagonista de mi post mostraba esa fortaleza y decisión, ellos también lo harían y que lo iban a compartir porque era muy útil para muchas personas que estaban viviendo lo mismo… en fin, que lo que me llamó la atención fue el comprender que muchas personas están viviendo el mismo proceso.

Eso me llevo a escribir estos tips, sin más qué decir porque comentar la situación que lleva a las personas a llegar a ese punto, sería escribir un texto muy largo y complejo que no va con el objetivo de este blog, pues cada caso tiene sus factores particulares y profundos. Y digo personas porque consultan por el mismo tema tanto hombres como mujeres por igual, aunque más llegan a terapia las mujeres por su mayor facilidad para comunicarse y sobre todo para aceptar que la terapia no puede ser más tabú y que es algo natural y muy funcional y en cambio, muchos hombres me preguntan como quién no quiere la cosa desde la amistad: “una consultita aquí breve y de rapidez, ¿Tú qué piensas de..?, ¿Tú qué crees si yo digo o hago …?, ¿Tú qué opinas de..?”. En todo caso, volviendo al tema, lo que sí es un factor en común es que los protagonistas están sufriendo mucho y están muy confundidos emocionalmente; no saben que siendo asertivos y honestos en su comunicación y en su actuar con su pareja y con  ellos mismos, les ayudará un montón, y pasan por varias experiencias, algunas no muy agradables con amigos y familiares a quienes les consultan, hasta que finalmente, llegan a terapia.

Estos son los tips breves que pueden ayudarte a llevar este proceso de manera más certera y tranquila:

1. Sé prudente – El punto más importante siempre y lo verán en muchos de mis tips. Por favor, para evitar aumentar la dificultad que estás pasando y evitar malos entendidos por desahogarte con quien no debías, para evitar perder amistades, para evitar abrir brechas familiares, busca un profesional de confianza que te escuche. Hablar con un profesional siempre produce esa catarsis que necesitas para sentirte mejor y recibirás el feedback que te ayude a aclarar tus ideas y tomar decisiones adecuadas.

2. Honestidad, la mejor política – Que ya lo decía Benjamin Franklin, y es válido para cualquier tipo de relación, te evita malos entendidos y dificultades que van creciendo y creciendo hasta ya no caber en tu corazón. Por más difícil y duro que sea, increíblemente siempre te facilitará el camino de las relaciones. Sólo hay que pensar bien qué decir, ser empáticos con el otro, ser delicado y comprensivo pero claros y lo más importante: decidir qué, cómo, dónde y cuándo.

3. Vale más ponerse morado una vez que rojo mil veces – Es una frase popular pues nos muestra su sabiduría a través de los años y sin importar la diversidad de los pueblos, siempre es vigente. Es natural entender cómo las personas temen herir a sus parejas siendo ellas mismas y siendo honestos en sus palabras pues nadie quiere herir al que ama; muchos dejan de ser honestos por la creencia o el miedo de lo que les dirán (ese miedo va desde que su pareja les diga que no pueden seguir más con ellos hasta el miedo de saber que haya algo que no le guste a su pareja de él) y otros lo hacen por sentir o creer que la ruptura o la honestidad al expresar lo que les está molestando les va a causar un dolor insuperable a su pareja. Pues no, todo se supera y ellos lo superarán también. Y es mejor un duro golpe una vez, a 20 años o más de convivencia insoportable, que sí que es más difícil y doloroso aún de superar.

4. Tú eres tan importante que si no estás feliz tú, las personas alrededor lo sufrirán – Por eso es importante tener paz con uno mismo y mucha de esa paz se consigue siendo honestos, coherentes: lo que piensas, dices, haces y sientes debe estar en armonía, debe ser congruente. Si no estás feliz con él/ella, créeme, él o ella ya lo deben estar sufriendo, y peor sin saber qué está pasando o sin saber cómo pueden hacer que ese silencio incómodo entre ustedes cambie; entonces no eres nada efectivo callándolo y haciendo nada al respecto y siendo infeliz.

5. Relájate – No eres el único pasando por este duro momento pero todo se empeora más cuando no estás tranquilo. Y sí, hay una razón neuropsicológica para ello, no es opinión. Los estados de ansiedad, angustia, preocupación o stress mantenido provocan aletargamiento en las zonas del neocórtex y activación del sistema límbico, lo que como resultado te convierte más torpe emocionalmente haciéndote actuar de maneras poco inteligentes.
 

Fuentes bibliográficas

Goleman D. (1996) Emotional Intelligence. Bloomsbury Publishing, London.

jueves, 7 de agosto de 2014

Cómo Ser Inmigrante y Sobrevivir en el Intento II


"Y sí que me equivoqué, porque resultó que no, no era yo la que venía a enseñar a la gente de este país, fue este país el que me enseñó a mí y me cambió para siempre”  

En esta última parte tenemos de nuevo anécdotas que comparten lectores, amigos y colegas pero además, cerramos el ciclo con broche de oro: tenemos una pieza narrativa por la escritora Ana M. Ferro, autora de “Los Silencios de la Puerta Roja” quien, generosamente, aportó con el texto “El Legado de los Cuernos” sobre la experiencia en Maputo, Mozambique.   

 

María Alejandra Zuluaga, Colombiana viviendo actualmente en Londres, Inglaterra

De vivir por fuera aprendí a entender la diferencia. A entender que no todos somos iguales y que cada quien ve el mundo de una forma distinta. Aunque esto lo aprendí en mi primera experiencia por fuera del país, hace ya 11 años, creo que me ha servido para adaptarme en los diferentes lugares en los que he vivido. La experiencia de la que hablo ocurrió mientras vivía en New Orleans. Una amiga chilena y yo fuimos invitadas a comer por un grupo de coreanos. Todos se esmeraron mucho en preparar la comida y organizar la mesa. La comunicación era difícil porque ellos no hablaban muy bien inglés pero, se podía ver que estaban muy emocionados de tenernos como invitadas en su mesa. Nos sentamos a la mesa y todo iba muy bien hasta que llegó la sopa. Yo no lo sabía en ese entonces pero, los asiáticos hacen un ruido terrible cuando toman sopa. Todo lo contrario a nosotros que la tomamos en absoluto silencio.   La verdad, en principio, me impactó pues no esperaba algo así pero, seguí comiendo como si nada pasara. Lina, mi amiga, no tuvo la misma reacción. Se alteró muchísimo y empezó a hablarme en español pidiéndome que les reclamara por semejante descortesía con nosotros. Ellos, al verla tan alterada, se preocuparon por entender que estaba ocurriendo. Yo estaba en la mitad sin saber qué hacer. No sé cuánto tiempo me tomó pensar y reaccionar. Me parece que fue una eternidad pero, tal vez fue cosa de segundos. Respiré profundo y le dije: “Lina, no te has preguntado si ellos están fastidiados con nuestro silencio al comer?” Ante mi respuesta, Lina no tuvo mucho que decir. Siguió comiendo pero no logró ocultar su enfado ante los sonidos. Los coreanos lo notaron pero, nunca entendieron que pasó. De ahí en adelante, sólo yo fui invitada a sus cenas. Y por supuesto, hubo muchas veces sopa y yo sólo siempre pensaba en lo educados que eran ellos al soportar mi silencio sin el mayor asomo de molestia. Sí, ellos sabían entender mejor las diferencias.

 

Gisella Cañaveras, Colombiana viviendo en Guadalajara, México

Llego a México con la intención de especializarme y regresar a Colombia después de dos años. Pero el destino me tenía otra cosa preparada. Durante el primer año perdí más de diez kilos de peso añorando a mi novio, familia, comida y tantas cosas más que perdí al dejar disfrutar toda la belleza que te ofrece un país nuevo. Hasta qué decidí cambiar mi actitud y vivir el día a día y así empecé a conocer la riqueza cultural que tiene México, ese espíritu patrio; y conocí tanta gente linda, comencé a disfrutar de la variedad de la comida mexicana, incluso a prepararla, a conocer tantas ciudades bellas… pero ya en ese último trimestre antes de regresar a mi Barranquilla pasó lo que menos me esperaba: me enamoré de un mexicano y desde ese momento supe que ya nunca me iba a regresar. Entonces, me casé y vivo en este  hermoso país que me ha dado tanto y más de lo que podía desear desde hace más de 15 años.  Mi consejo es que debemos disfrutar al máximo las experiencias y oportunidades que nos da la vida en un país nuevo en lugar de vivir añorando lo que no tenemos ya. Tu corazón siempre será de tu patria, si eres colombiano te hincharás de orgullo cada vez que escuchen el himno o que veas la bandera o cuando hablan de las bellezas de tu país, pero cada país tiene su encanto es cuestión de poner lo mejor de nuestra parte para disfrutarlo. A pesar de que hablamos el mismo idioma tenemos tantos dichos y palabras diferentes que podría hablar todo un día de eso, por ejemplo: un día voy con mi nene de dos años a visitar a la familia en Colombia y él decidió que ahora quería hablar en "colombiano" y me dice mami: "yo quiero tomarme una graciosa en la oficina " y yo le digo: "no entiendo, mi amor" y por supuesto, lo que mi gordo quería era una gaseosa en la piscina (México sería un refresco en la alberca) o cuando me dijo: “mami sabes cómo le dice mi Yeya (abuela) a la llave del agua? Pluma (para los mexicanos la palabra pluma es igual que para los colombianos bolígrafo, plumero)" se reía, “ni que con eso se escribiera” decía y así hay miles de anécdotas del idioma. Pero, lo mejor de todo es que finalmente, he entendido que hoy en día tengo dos países que quiero mucho: México y Colombia y ya está.

 
Raul Rosado, Mexicano que vivió en Panamá, América Central y Sao Paulo, América del Sur

Hay muchas anécdotas y experiencias que contar, pero escogí dos. La primera me sucedió la primera vez que salí de mi país a vivir a otro: Panamá. La historia es ésta: En Mérida, México, mi ciudad de origen, a los senos de una mujer se le dice “chicha”, pues bien, llegué a Panamá y salí del hotel a hacer “reconocimiento general” del barrio y como a la hora de estar caminando, con ese calor húmedo típico de la ciudad de Panamá, no aguanté más y me dirigí a una vendedora ambulante que ofrecía jugos naturales la cual me preguntó: “¿De qué tamaño y sabor quiere su chicha?” Pues ya se imaginarán mi cara y todo lo que pasó por mi mente…. Ahí comprendí que definitivamente aunque hablemos el mismo idioma no necesariamente lo que decimos significa lo mismo en todas partes y pues entonces de ahí en adelante tendría que tener mucho cuidado!  Luego, la segunda experiencia fue ya viviendo en Sao Paulo. Allí, mi función era entrenar a un grupo de ingenieros, para entre otras cosas, lograr mejorar sus competencias personales y profesionales para que aprendieran a mostrar iniciativa y creatividad en la resolución de problemas y crisis.  Pues bien, estuve los primeros 6 meses ingeniando estrategias y procesos, luchando todos los días en la empresa para cambiar la actitud y las repuestas poco propositivas de mis compañeros frente a los problemas que comúnmente eran: “es que no hicimos nada porque no sabíamos qué hacer”, “ah, pero eso nadie nos lo había dicho, cómo se nos iba a ocurrir?” hasta que, un buen día comprendí de dónde venía todo. Mi novia y yo nos vimos la película de la princesa Carlota Joaquina de Borbón de España y su esposo el rey Juan VI de Portugal, únicos reyes europeos que vivieron en Brasil y de quiénes los brasileños aprendieron directamente cómo vivir, Y, entonces vimos la escena que nos llevó a comprender la idiosincrasia general del brasileño, estando en plena crisis con el invasor Napoleón Bonaparte los consejeros del rey le preguntan: “Señor, estando así de grave las cosas, ya no se nos ocurre qué consejo darle al rey, díganos usted, ¿Qué hacemos?” y le responde Juan VI: “Quando você não sabe o que fazer, não faz nada.” Es decir, cuando usted no sabe qué hacer, no haga nada. Y Zas! Enseguida entendí que muchas veces las razones de los comportamientos de los pueblos están en sus raíces, en su historia; y que la vida se nos hace más fácil y amable cuando conocemos esa parte de la cultura nueva en la que estamos viviendo. Eso me hizo cambiar de manera esencial mi trabajo y mis relaciones con mis compañeros a tal punto que, logré con éxito mi objetivo.

 
Ana M. Ferro, Colombiana viviendo en Abu Dhabi, Emiratos Árabes Unidos


“El legado de los cuernos”


—¡Nos vamos de cuernos!

—¿Cuándo? —contesté

—El martes, a las 15:00 en tu casa.

No me pude resistir y ahí estábamos un martes cualquiera sobre la erosionada avenida Marginal camino a los cuernos con el Océano Índico de cómplice y testigo. El sol, como cae sobre Maputo en octubre, nos seguía pesado, ardiente, invocando la inminencia del verano.

Anita, la vasca, conducía —aquí la colombiana narra— como solo alguien con su deliciosa mezcla de inocencia, nerviosismo y curiosidad puede conducir: erguida en la silla, anclada al timón esquivando huecos, e imposibilitada para cualquier otra actividad.

—Que yo solo conduzco ¿eh? Vosotras estad atentas a las direcciones.

—¡Ya! es que esta mujer me ha dao mucho detalle, pero ahora no veo la pared azul —replicó Mae metódica mientas contrastaba lo escrito en el papel de las indicaciones con la realidad que asomaba por la ventana.

—Pero vamos, que la que me ha dado la dirección es suiza, si habla de una pared azul tiene que existir —sentenció Anita, rotunda.

Yo las miraba desde el asiento trasero, apiñada en medio de las sillas de bebé, deleitándome con el acento español tan propio de sus maneras y se me antojaban muy Almodóvar.

Le dimos la espalda al mar obedeciendo las indicaciones, pasamos una antena de celulares y viramos hacia la izquierda donde continuaba la calle ya más estrecha y sin pavimentar. Poco a poco nos fuimos adentrando en las entrañas del barrio de los caminhos de ferro, las casas se hicieron más pequeñas, informales, y desordenadas y el tiempo pareció hacerse más elástico. La calle estaba llena de actividad. Los niños jugaban en la arena, algunos descalzos y con un hermanito menor amarrado a su a historia a través del nudo más recio de su anatomía: la capulana; las mujeres se ocupaban del maní y las machambas; los hombres jugaban damas alrededor de un tablero improvisado en una caja de cartón sobre el que marcaban la partida tapas oxidadas de cerveza y gaseosa. Miraban el 4x4 en que nos movilizábamos desde mundo que definitivamente no era el nuestro. Esta sí es la realidad de esta ciudad pensé, allí donde se acaban las calles asfaltadas empieza el alma de Maputo. Esto que nosotros los expatriados hacemos aquí es coexistir desde nuestra privilegiada vida de afanes y cemento.

Cruzamos a la derecha al final de una T donde un camión mal estacionado puso a prueba las aptitudes detrás del volante de Anita que, como buena vasca, no arrugó. Al girar, nos percatamos de la presencia de Astrid. Nos hizo una señal, se bajó del carro, y se acercó a la ventanilla de Anita.

—Es la casa del fondo, la del portón negro –indicó en un portugués que evidenciaba varios años de práctica.

Estacionamos detrás de su carro según nos aconsejó y a mí el corazón se me aceleró de anticipación, ahora sí: a los cuernos.

Aterrizamos en el piso de tierra húmeda y desnivelada, llegó a recibirnos una manada de gatos. Noté que Anita y Mae me miraban de reojo tratando de interpretar mis primeras impresiones —tengo fama de nariz parada—. No sé qué habrán concluido, pero yo estaba maravillada.

Una casa, pequeña, cuadrada, de una sola planta y sin pintar, se erguía al fondo de un terreno rectangular cercado con una red de alambre y estacas irregulares a través de la que se transparentaba la cotidianeidad de los vecinos que acontece casi toda a la intemperie. Los niños se acercaron a la cerca con curiosidad, Anita y Mae se encorvaron para hacerles gracias, yo seguí concentrada en mi inspección.

A ambos lados de la casa, organizadas como tertulias informales se encontraban dos estaciones de trabajo donde artesanos —todos hombres— trabajan el cuerno intercambiando risas y frases en Changana. Nada en el entorno delataba que allí se llevara a cabo una actividad artesanal con fines comerciales. Toda la propiedad era simple, humilde y podía pasar como la vivienda de cualquier otro vecino del barrio.

Anita y Mae volvieron a mi encuentro y la sonrisa limpia de Astrid nos dio la bienvenida.

—Muchas gracias por recibirnos en tu atelier— saludé en portoñol cuando Anita me la presentó como la mismísima mujer de los cuernos.

—É um prazer –replicó sonriendo siempre.

Astrid es Suiza, vive en Maputo hace nueve años y desde hace siete, diseña joyas con cuernos de vaca. Y utilizo la palabra joyas idóneamente. En medio de su sencillez —o quizás precisamente debido a ella—, es una mujer muy elegante. Es rubia, delgada y alta, pero no a lo California sino más bien a lo New York, sobria, de maneras pausadas, ojos atentos y mirada serena. Nos contó que había aprendido a manipular el cuerno de un artesano local hasta perfeccionar su oficio y hacerlo arte. El pasatiempo se convirtió en negocio cuando viajó a Johannesburgo a una feria de artesanías con el pescuezo engalanado de sus collares y regresó con una orden de cincuenta piezas para un diseñador Neoyorquino.

El negoció prosperó y demandó más formalidad, entonces instaló su taller en el barrio de los caminhos de ferro luego de que la ciudad la propinara uno de sus más duros golpes: los precios irrisorios de la finca raíz. Compró esta casa recomendada por uno de sus empleados que vive en el barrio. Lo paradójico de esto es que ella, con sus ingresos de expatriada, solo podía pagar una casa en un barrio humilde donde los locales a duras penas aspiran a un terreno. ¿Dónde pueden comprar los locales? No pueden, aquí el poder lo conjugan muy poco y solo pocos, en un mezquino singular.

—…Pero aquí me trajo la vida –dijo Astrid más con optimismo que resignación.

Y con el mismo optimismo le instaló una letrina, una puerta, las ventanas y tejas que le faltaban a la casa y decidió no pintarla para no desentonar con el resto de las del barrio. Recuerdo pensar que yo hubiera hecho lo contrario, creyendo erróneamente que mi iniciativa –de pintar las paredes— inspiraría a mis vecinos. Se me viene a la mente Aira: “… una estúpida interpolación pequeño-burguesa”, porque aquí en los caminhos de ferro los vecinos no dejan de pintar sus casas porque no les guste la belleza, dejan de pintarlas porque la pintura ocupa en la lista de necesidades, ese lugar lejano en que éstas se vuelven privilegios.

Astrid propuso hacernos un tour de su atelier.

—Venga, que no me vas a decir que no te he traído a un sitio muy exclusivo –murmuró Anita a mi oído.

Sonreímos siguiendo a Astrid que nos conducía a una pila de despojos que resultó siendo la bodega de materia prima, es decir, de cuernos. Mae, como la veterinaria que es, se dedicó a la anatomía interna de los apéndices óseos, mientras mi mente trataba de conciliar aquellos cachos tan asquerosos con el collar que había visto en el sitio web de Astrid antes de la visita. Fue Astrid quien me sacó de mi abstracción.

—De aquí algunos cuernos se meten en aceite vegetal caliente para ablandarlos y luego se dejan en una prensa de madera que los aplana, otros se dejan así y solo utilizamos sus puntas –señaló uno de los cachos despuntados.

La seguimos hacia una de las estaciones de trabajo al costado de la casa, donde tres artesanos torneaban varias piezas de cuerno volviendo arte la anatomía, y un cortador armado de una segueta desligaba el cuerno del reino animal.

Astrid tomó una de las piezas terminadas de la mesa y la extendió hacia nosotros. Era un cuadrado de medio centímetro cuya superficie jaspeada me recordó a las cucharas de coco que venden los artesanos en Cartagena de Indias: opaca, en tonos parduscos y diseños asimétricos.

—¡Increíble! –dije.

—Yo solo intervengo en el diseño, cada artesano lleva a cabo la pieza de principio a fin… así el día que yo no esté cada uno habrá aprendido el arte…

Ese es su legado, digo pensando en voz alta.

—No, es mi forma de agradecer —replica con humildad.

Los artesanos nos sonríen con curiosidad, con esos ojos tan profundamente resignados de los mozambiqueños, amables, pero lejanos… lucho contra mi optimismo, pierdo la pelea y acepto que sino la mejor, sí la más sabia manera de subsistir en una realidad limitada y brutal es la aceptación… la miseria subyuga, esclaviza porque te castra hasta las ilusiones.

Pienso en las palabras de Astrid,…es mi forma de agradecer… ¿Cuál es la mía? ¿La de Anita? ¿La de Mae? ¿La de todos los que llegamos a este país y terminamos sintiéndonos tan minúsculos, tan inútiles? Abandono mi afán de conciliar humanidades, vuelvo al momento, Astrid ahora nos muestra las joyas terminadas… Anita se prueba un collar que había encargado, precioso, de eslabones grandes, el cuerno es negro esta vez y combina maravillosamente con su pelo de rizos sueltos, negro también. Mae compra unos aretes largos, celebramos su osadía porque es muy poco dada a cambiarse los topitos de oro que a diario adornan sus orejas. Yo me enamoro de una gargantilla preciosa, Astrid promete contactarme una vez le ponga precio. Es una pieza muy elaborada que resembla una gajo de uvas pequeñas, con la que unos meses más tarde mi esposo me sorprenderá en Navidad.

Nos despedimos agradecidas prometiendo volver y en medio de sinceras felicitaciones por su talento.

Anita conduce otra vez, Mae se prueba los aretes:

—¡Están monísimos!

Rehacemos el camino volviendo al pavimento, al cemento, a la seguridad. El Océano Índico continúa moviéndose en su sitio, al este de este país sorprendente, virgen como los cachos, abandonado a la avaricia y desvergüenza de unos pocos… y pienso en que estas letras serán mi forma de agradecer, yo también le debo mucho a los mozambiqueños, no tengo otro talento… yo solo puedo darles una voz…

lunes, 30 de junio de 2014

Cómo Ser Inmigrante y Sobrevivir en el Intento


"Y entendí que no importa a donde vaya, siempre me tendré a mí mismo y me podré reír de lo que me pasó. Y hay que ver lo que eso  significó para seguir adelante en este mundo que cambia y en el que yo cambio cada vez que agarro maletas y me voy" – Cómo ser inmigrante y sobrevivir en el intento, tips para lograrlo, un recuento de inmigrantes invitados especiales.

 

El haber vivido en diferentes países, continentes y culturas por amplios períodos de tiempo ha sido un factor determinante para trabajar con clientes diversos. Las experiencias vividas, los aprendizajes y re-aprendizajes de creencias y costumbres ha permitido que hoy sea relativamente fácil para mí el pasar de hablar en inglés, con clientes  musulmanes desde el Líbano, en el Medio Oriente para en la siguiente hora pasar al portugués con clientes agnósticos en Sao Paulo, América del Sur y terminar la siguiente hora en mi idioma nativo, el español, con clientes católicos no practicantes en Londres, Europa.

 

Y es esta particularidad lo que me ha motivado a tratar este tema siendo tan recurrente el asunto de la necesidad de adaptación rápida y apoyo psicológico y emocional que necesita una persona que está viviendo fuera de su ciudad de origen.  Este primer artículo de una serie de artículos es, entonces, producto de las experiencias, recomendaciones y anécdotas vividas por inmigrantes amigos, colegas y clientes que quisieron compartir con los lectores que seguramente disfrutarán de las historias y tomarán lo que les es útil para mejorar su calidad de vida, que es el objetivo de siempre de este blog.

 

1.   Cuando llegues a un país distinto al tuyo, ni aunque hablen el mismo idioma, nunca asumas que lo que dices es entendido y viceversa – Victoria Paz, venezolana viviendo en Ciudad de Panamá, América Central.

“Siempre es muy difícil dejar lo tuyo y comenzar en un ambiente totalmente extremo. El primer mes ni tiempo había para darme cuenta, hasta que caes en la realidad, que los sitios te son ajenos, la gente, la comida y hasta la comunicación, porque, en mi caso que también se habla español, pasé momentos difíciles para hacerme entender y viceversa. Recuerdo la primera reunión de padres de familia en la escuela de mi hija. No entendí nada.. Me pedían que podía llevar "boquitas", figuritas, colaborar con los murales y lo más cómico que informaron que en esa escuela hacían "prácticas" casi todas las semanas. Ante esto último pensé que era buenísimo y que mi hija iba a estudiar menos en casa, pero resultó que a lo que llaman prácticas son los exámenes, ja ja ja!! Y así, entonces en cuanto a comunicación, opte al principio por describir y con esto logré apropiarme del vocabulario del lugar. Lo más importante para mí fue apropiarme de una actitud positiva, darle poder a la escucha y a lo que está pasando a mi alrededor. No buscó mi país aquí, este país tiene su encanto y lo disfruto. Momentos difíciles? Muchos. Mi mayor apoyo, mi amado esposo y mi hija. Los tres más unidos que nunca hemos hecho ya nuestro nido en este querido país. He sido resilente, dije sí al cambio, soy optimista, encontré un sentido y propósito al estar aquí.

 

2.   Uno llega a un nuevo país como político en campaña: Con el “todo es posible” por lema y bandera pero para que el “todo es posible” exista así sea como una semilla, primero hay que tener la mente abierta y el cuerpo dispuesto. – Lisa Feuer, colombiana viviendo en Ciudad de México, América del Norte.

Así es como comer forma parte de los primeros pasos que hay que dar para aprender a moverse dentro de un entorno donde todo es nuevo y diferente. Gastronómicamente México es el país en el que afirmar que “todo es posible” es totalmente cierto. Aquí existen verdaderos desfiles de abundancia y diversidad de comidas realmente exquisitas con todo el sabor y personalidad que cada región mexicana pueda imprimir a sus platillos. De hecho, en México existe tal derroche de sabor y variedad que el placer de comer se convierte en toda una experiencia lujuriosa. El picante, pica? La mejor manera de saberlo es probar. Porque al mexicano nada le pica, por lo cual podría ser uno víctima de tan experimentado y picoso paladar y por creer que efectivamente, NO PICA como suelen contestar, termina uno con la boca casi en carne viva al comer una enorme cantidad del “inofensivo” guacamole como si se tratara de cualquier salsita de tomate. Al final yo sólo puedo asegurar que el mejor alivio lo da un vaso de leche. Dejando de lado la parte gastronómica, me dirijo a la parte social: Los vecinos, compañeros de trabajo y/o estudios así como nuevos amigos. Esta es quizá una de las partes más claves del “todo es posible” porque cuando uno deja que la soledad, la ansiedad, el estrés etc, tomen control de nuestra vida social, es cuando nuestro mencionado lema, se tambalea. Nada es mejor que cultivar nuevos amigos y para ello tenemos que ser más abiertos en cuanto a forma de pensar y vivir sin que perdamos nuestra esencia. Y creo que es obvio mencionar el porqué. De paso aprender a socializar en ambientes diferentes nos permite abrirnos a experiencias que pueden llevarnos a alcanzar nuestras metas incluso probablemente con mayor rapidez, debido a que un empujón nunca está de más. Sin embargo durante todo este proceso de nuevas socializaciones, muchos también son los tropiezos que pueden darse por lo que debemos saber observar y escuchar para poder escoger. Y en este punto no creo haya diferencia entre nuestros procesos de selección dentro de nuestros propios territorios y el que empleemos en los nuevos. Así que hay que conservar la calma y el equilibrio. Recordar a que fuimos a ese lugar, porqué migramos, que queremos lograr etc., puede ayudarnos a mirar nuestra postura desde un ángulo más ventajoso. Ser humildes, espontáneos y atentos se convierte en la mejor herramienta que tenemos para poder extraer lo mejor de un nuevo proceso de socialización que hasta puede terminar por enriquecernos y cambiarnos tanto, que logremos tener el corazón en nuestra patria y el alma en el país al que llegamos.

3.   Lo que es normal en tu país de origen, no necesariamente es normal en otros países. Es una realidad diferente y así lo tenemos que vivir, de manera diferente. – Sasha Janna, colombiana viviendo en Paris, Europa.

Las diferencias en comunicación de un país a otro es algo que me ha sorprendido. En mi ciudad de origen, la comunicación podríamos decir que sobra, es decir, somos “altamente comunicativos” y a eso estaba acostumbrada, no tienes que preguntar tanto a nadie porque las relaciones suceden espontáneamente, todo el mundo te cuenta su historia y lo que creen que vas a necesitar para seguir adelante con tu vida, te dan consejos, recomendaciones que ni has pedido.  Hasta que llegué a Barcelona, donde las personas no se comunican tanto como en Barranquilla y entendí que siempre es mejor preguntar y tomar la iniciativa de llamar y comunicarse con las personas con las que compartes o estás involucrada de una manera u otra para informarte de aquello que te interesa o necesitas. Entonces tengo varias historias que me sucedieron por asumir que aquí todo se comunicaba como allá pero voy a comentar dos: Yo casi siempre era de las primeras en levantarme ya que entraba a trabajar antes que mis compañeras de piso. Un día me levanté y estaba todo el piso de mi apartamento mojado. Al ir a la cocina pase por las habitaciones de mis amigas que vivían conmigo y vi q se aumentaba el nivel de agua. Sin entender qué estaba pasando y de donde venía el agua las levanté rápido y ahí nos damos cuenta que una de ellas dejo su laptop en el piso y estaba completamente cubierto por agua, o sea, daño total y completo. Entonces, todas un poco extrañadas porque seguíamos sin entender llamamos a la propietaria del apartamento a preguntarle si habría alguna fuga de la que no supiéramos y nos comenta que no, que simplemente como había llovido tanto por la noche el agua entró por las paredes de vidrio y que eso era lo normal cuando llovía tanto. Normal??? No, normal en Barcelona, nada más y nadie nos informó ni nos recomendó nada para que esto no nos pasara. Luego, estaba dividiendo la ropa blanco y la negra para meterla a la lavadora cuando de repente comienzo a escuchar unos golpes muy fuertes en el piso de arriba. Me pareció un poco extraño pero seguí organizando mi ropa. Cuando comienzo a meter la ropa en la lavadora el golpe se sintió mucho más fuerte. Miro hacia arriba y veo que el techo se estaba moviendo un poco. Asombrada, le grito a mi compañera de piso para que viniera  a ver pero no me escuchaba así que continuo con mi tarea. Cuando siento como si ya se fuera a romper el techo salgo corriendo a su cuarto. Cuando regresamos a ver lo qué pasa y  llegamos al cuarto de la lavadora vemos una pierna que salía del piso de arriba. Minutos después había un señor 100% en nuestro apartamento que nos dice, luego de haber derrumbado el techo, que tenía que romper nuestro techo ya que no estaba permitido cubrir esa zona en el edificio pero lo curioso es que nadie nos había informado que esto no era permitido y que lo iban a derrumbar. Normal?? No, normal sólo en Barcelona.

sábado, 31 de mayo de 2014

La lectura en casa con Santi - Ilse Carolina Peña Camargo - invitada especial

“Y aprendí, a través de mi hijo y gracias al ejercicio de ser madre, que el aprendizaje de la lectura es vital para comunicarse; conocer, entender e interpretar el mundo.”

El aprendizaje de la lectura - Un aprendizaje vital para comunicarse; conocer, entender e interpretar el mundo.
 
Mi nombre es Ilse Carolina Peña Camargo* soy abogada y madre joven aprendiendo el oficio de ser mamá en el mundo de hoy. He decidido compartir con otras mujeres y madres como yo, en este espacio al que fui invitada por Jassel, cómo ha sido la experiencia del aprendizaje de la lectura con mi hijo Santiago.   
Hace casi doce meses Santiago leyó por primera vez. Contaba con cinco años cuando comenzó. Al iniciar el proceso lo apoyé en su deseo de hacerlo cada noche; momento de vernos y de compartir. Hoy disfruta de una de las primeras exigencias básicas para comunicarse: leer, y yo disfruto del placer de compartir con él esta actividad.
 
La ganancia es para los dos pues también he aprendido con esta experiencia sobre temas que creía no iba a conocer nunca; me di cuenta que cuando leemos con y para nuestros hijos, si nos preparamos antes de hacer la lectura, nos habilitamos para transmitir con claridad el conocimiento que necesitan y aún algo más importante, podremos descubrir con anterioridad qué idea, ejemplo o ilustración podrá ayudarme a explicarle la lectura y así ayudarle a entenderla. Es más, he descubierto que, a diferencia de nuestros padres, nosotros tenemos una gran ventaja y es que hoy al querer instruirnos y asesorarnos podemos acudir fácilmente a la información a través de la tecnología (internet y medios de comunicación masivos) y así mismo seleccionar lo que nos interese o nos parezca útil en este proceso.
Las ideas con las que iniciamos el aprendizaje en casa y que continuamos para apoyar la labor diaria de su maestra en el jardín, las emprendimos y consolidamos en la práctica como acciones pedagógicas y lúdicas que me llevaron a decidir ser parte activa de su proceso. Sus opiniones cambiaron o reafirmaron mi metodología para mejorar su aprendizaje. Si como guía hubiera optado por una metodología tradicional o represiva en la que no le diera el poder de evaluar y reconsiderar la manera en la que le estaba enseñando, seguramente al lograrlo, leer sería para él un lastre, una actividad tediosa y sin ninguna gracia que le obstaculizaría la aprehensión del conocimiento en su niñez y en el futuro. Desafortunadamente aún hay maestros que no han modificado sus creencias y no van más allá del prejuicio “la letra con sangre, entra” y hay muchos padres que no saben cómo ser un instrumento positivo en el proceso de lectura de sus hijos, por ello, a continuación les comparto algunos tips y experiencias que nacieron de nuestra vivencia, espero les sirvan para practicar en casa con sus hijos: 
 
- Santi y yo dispusimos de tiempo exclusivo para el desarrollo pleno de esta actividad. Y eso nos ha cambiado la vida. Si sólo tenemos 20 minutos, no importa, que sean sólo 20 minutos pero que ese tiempo sea especialmente para nuestra convivencia con la lectura. Claro, si es posible agendar más, ¡Genial!

- Aprendimos y seguimos aprendiendo juntos. El aprendizaje es de doble vía, mi hijo está aprendiendo a leer y yo estoy aprendiendo cuál es la mejor metodología para enseñarle, además de los contenidos ricos en valores e historias pedagógicas.
- El aprendizaje en esta actividad ocurre cada vez que nos dedicamos a ella. Si practicamos con frecuencia en un horario establecido es posible un resultado positivo.
- Descubrimos que aprender a leer es un momento para divertirse, no para sufrir y que también podemos jugar a la hora de aprender. Por ejemplo, al leer una historia con personajes, los caracterizamos y les “damos vida” “poniéndoles voces” diferentes, según como sea el personaje y si hay que disfrazarse y actuar, ¡actuamos, también!
 
- Cada vez que mi hijo no leyó o se equivocó leyendo, le repetí el pedazo faltante y él lo repitió también. Pero no con gritos ni con palabras ofensivas, yo le expliqué la importancia de hacerlo y la razón pedagógica detrás. No lo obligué porque “la letra con sangre” no entra, los golpes y los gritos, de emplearse para que aprendan, traerán como consecuencia, que el niño asocie el aprendizaje de la lectura o de cualquier conocimiento como un castigo y que padres e hijos se distancien y dejen de disfrutar el momento, viéndose obligados a leer por compromiso, nada más.

- Nos apropiamos de la lectura: como ya mencioné, modulamos nuestras voces de acuerdo a los personajes de las historias. Así llamo la atención de Santiago, se entusiasma y tiene expectativas sobre lo que leerá más adelante, quiénes son los personajes, qué hacen y qué harán.

- Cuando Santiago está leyendo y de repente se paraliza, le recuerdo aquella parte del texto que no puede leer repasando la vocal con todas las consonantes hasta que la identifique, por ejemplo si es “da” lo que no puede leer, entonces yo le digo: 'da, de, di, do, du' para que el recuerde y diga: “ah ya sé: es “da”!”

- Cuando Santi quiere hacer planas para repasar por escrito las letras que ya identifica al leer, la tarea para él se llama “juego”. 
 
- Tratamos de jugar muy en serio al rol orientador y orientado. Cuando Santi identifica las letras y se produce la lectura, es momento de darle la oportunidad de leerme, él orienta la lectura; luego cambiamos de roles, de orientado a orientador, de nuevo.
 
- Trato de no estar ansiosa en este proceso y le permito a Santi que avance en la lectura de manera progresiva y sin acelerarle su ritmo para aprender; le permito que escuche de nuevo y que retome su rol como aprendiz.
 
- Ha sido indispensable y esencial en el proceso el leer cada noche, que no  haya una excepción. 

Finalmente, les aseguro que leer les develará el mundo a sus hijos y les ayudará a descubrir el que llevan dentro al igual que, les afianzará su vínculo como padres e hijos y les hará a ustedes, como padres, vivir y recordar nuevas experiencias inolvidables.Principio del formularioFinal del formulario
 
*Ilse Carolina Peña Camargo es coautora del libro “Te Amaría pero ya Estoy Muerta – Relatos de Amores Urbanos” abogada de la Universidad La Gran Colombia, Directora de Servicios Legales Personas y Procesos (Slegalespp) y escribe interesantes y breves artículos como columnista de la Revista Virtual Simpecado. Su dirección de email para contactarte con ella es: ilcapeca@gmail.com

jueves, 20 de marzo de 2014

Tú sigue adelante que aquí, no pasa nada.

“Y todo era y sigue siendo así en mi casa: - Ay pero, no pasa nada, Lissy, tú tranquila, no le pongas atención a eso, sigue adelante, no seas la niña problemática, cuestionadora y quejona del curso que eso a nadie le gusta.- Así me decía mi mamá todo el tiempo y por su “no pasa nada” ahora entiendo que sí pasaba cuando dejé que mis compañeras me dijeran apodos ofensivos, que sí pasaba cuando dejé que mi marido me insultara y me golpeara, que sí pasaba cuando dejé que mi jefe tomara mi proyecto y lo presentara como suyo, que sí pasaba cuando…” Cuando anulas y callas los sentimientos, las ideas y el pensamiento crítico en tus hijos, eso es lo que pasa.

Afortunadamente, “Lissy” ya sabe que algo pasa, ya puede identificar cuando algo que no está bien está pasando y que no tiene nada de malo decirlo y pararlo antes de que pase a mayores, por el contrario eso es lo sano, expresar lo que se quiere y se espera. Porque es mejor prevenir que lamentar.

¿Cuántos padres enseñan a sus hijos a desarrollar esta conciencia crítica de lo que está bien y de lo que no está bien para ellos y para los demás?, ¿Cuántos le ayudan a crear una buena autoestima a sus hijos?

En el caso de “Lissy”, después de varias sesiones, fue claro que en el afán de su madre porque su hija fuera aceptada por todos, debido a su propio miedo al rechazo social, uno de los miedos que aún la señora sufre, éste fue transferido a su hija, negándole así, la posibilidad de forjar una autoestima sana y exponiéndola a los abusos de todo aquel que quisiera abusarla.

Lissy, hoy una adulta, muy exitosa en lo laboral, multilingüe, con un doctorado europeo, sí, ha salido adelante social y profesionalmente, y lo ha hecho porque ha superado todos los obstáculos, porque ha sacado provecho de sus aptitudes y habilidades y también, entre otras, tristemente, porque ha aguantado despotismo y excesos por seguir al pie de la letra las palabras aprendidas, de todos los días, de su madre. Podríamos decir que de todo lo que puede ser “malo” siempre hay algo bueno que sacar. Pero, emocionalmente, aún tenemos un camino que recorrer. No es fácil superar el hábito de permitirte ser abusada por tu pareja, compañeros de trabajo o tus amigos. No es fácil dejar de pensar “que no pasa nada” cuando algo pasa y que hay que seguir adelante y dejarlo pasar.

No es fácil entender que tienes derecho a decir “no”, “esto implica demasiado sacrificio de mí y poco de ti”, “no, yo no merezco estas palabras/ este tratamiento”, “respétame”, “me estás haciendo daño”, “no me grites”, “esto no está bien para mí”, “me merezco algo mejor”. Especialmente, si en casa, en lugar de analizar y pensar críticamente, se te pidió aguantar atropellos, se te pidió callar, se te reprimió.

Si no se te enseñó que tienes derecho de valorar, apreciar, evaluar y juzgar acciones y palabras de los demás y de ti mismo, muy posiblemente tu vida emocional de adulto estará llena de variados altibajos y sufrimientos.   

Ahora, tampoco podemos irnos al extremo de concentrarnos en todo y cada uno de los obstáculos que enfrentan nuestros hijos deteniéndonos sólo en los problemas sin ofrecer solución y en quejarnos o criticar nada más. O peor, tal como lo describe Jorge Bucay en su cuento “Autodependencia” ser el padre que, al tropezar su hijo con la mesa de centro, golpea a la mesa y le dice a su hijo que la culpa por haberse caído es de la mesa y no de él que no midió sus pasos y hace que su niño la golpee y le diga: “mala, mesa mala, tú hiciste que yo cayera y me lastimara…” de manera tal que se le enseña al niño a que siempre alguien, o algo, excepto él tiene responsabilidad de sus acciones y consecuencias.

No, no se trata de echarle la culpa al profesor porque el niño reprobó en física, o de excusarlo porque no hizo la tarea pues ya estaba muy tarde y llegó cansado, o dejarle no tender su cama porque llegará tarde para ir al colegio o que sus compañeros tengan que aguantarse sus groserías porque “él es así” o que haga pataletas en el supermercado porque siempre tienen que comprarle un chocolate. Ese es el otro extremo.

Ahora, volviendo al caso de “Lissy” quien casi pierde el pensamiento crítico, el autoestima y la libertad individual por “encajar” en la sociedad, y no ser individuo “problema”, lamentablemente, sí es un error que cometen muchos padres. Actúan por sus propios miedos y deseos, y ponen por encima del bienestar emocional de sus hijos, su propio bienestar y deseo de reconocimiento social sin entender que, en la medida en que su hijo/a goce de buena autoestima, sea consciente y viva sus derechos y deberes, consecuentemente, él/ella gozará de bienestar social. Pues no hay nada más atractivo para las personas que alguien seguro de sí mismo y con una alta inteligencia emocional.

Todos cometemos errores y como padres, nadie viene con un manual debajo del brazo; lo común es que repitamos modelos de nuestros padres o nos vayamos al otro extremo y, con ello, también cometamos errores. Sin embargo, hay unas pautas que podemos seguir que nos ayuden a evitar palabras y acciones en la crianza de nuestros hijos que afecten su vida emocional. Aquí algunos tips para incentivar el pensamiento crítico positivo en nuestros hijos al igual que su inteligencia emocional:

1.   Escucha activamente a tus hijos. Sean pequeños, pre-adolescentes, adolescentes o adultos jóvenes, un hijo siempre necesitará que su padre lo escuche. Algunas veces sólo lo necesita como desahogo; muchas veces, te cuenta sus indecisiones o lo que vivió, en busca de guía o apoyo pues, un padre es modelo y bastón para su hijo siempre, sin importar la edad. Especialmente cuando es pequeño, no desestimes lo que te dice ni su valor, no te burles de sus historias y si te contó algo triste para él, o que le conmovió, no le digas que no pasa nada y que se resolverá con el tiempo o que es sólo algo pequeño para lo que va a vivir en la vida. Para él sí es importante, hoy, para él sí fue algo que dolió y le impactó, ponte en su lugar y busquen juntos una solución justa y real para lo que le trasnocha.

2.   Invítalo a analizar su día. Especialmente con los pequeños y adolescentes. Cuando le dices a tu hijo: “¿Cómo te fue hoy?” Que no sea sólo un recuento de lo que le pasó en su día. Escuchando activamente, encontrarás oportunidades para ayudarlo a analizar por qué pasó algún evento especial, si fue beneficioso para él u otros y si pudo ser mejor o peor con su intervención, invitándolo a actuar o pensar de otra manera. De esta manera, potencias su pensamiento crítico.

3.   Dialoga sobre las noticias, películas, series y libros. Además de tomar decisiones sobre el contenido de lo que está viendo o leyendo tu hijo, el dialogar con él sobre lo sucedido en lo que ve o lee, contigo o sin ti, valorando las acciones y palabras de los protagonistas le ayudará a formar sus opiniones y criterios para utilizarlos cuando se tenga que enfrentar a situaciones parecidas en su vida diaria.

4.   Incentiva la mente abierta. En un mundo donde todos somos igual de humanos pero diferentes en nuestra forma de ser, pensar y actuar, las tendencias al extremo son: a señalar, burlarse o recriminar al otro o por el contrario, a permitir todo tipo de comportamientos y pensamientos pasando del respeto y la tolerancia al consentimiento de aquellos comportamientos que son indeseables y dañan a otros. ¡Ojo! Valorar lo propio no significa destruir con palabras o acciones lo que el otro es, sólo porque es diferente a ti y por el otro lado, respetar al otro no significa que compartes y estás de acuerdo con sus creencias u opiniones o que tienes que actuar igual que él. Es sólo preparar a tu hijo para encontrarse con gente como él/ella, y con otros que no son como él pero hacerle comprender que sus diferencias no los hace menos o más humanos con respecto a sus derechos y deberes. Es enseñarle que en ojos de otros, el diferente puede ser él.  

5.   Respétalo y Valóralo. Todos podemos ser mejores pues estamos en construcción y evolución constante, por eso si tu hijo es X, entiende que hoy es X, valora, acepta y respeta que sea X y hazle saber que así lo amas. Pero explícale también que puede ser Y y Z, si él quiere y que así, lo querrás igual. Y aún mejor, explícale que si quiere ser una mejor X, lo puede ser y que estarás ahí para apoyarlo porque tú también siempre quieres ser mejor de lo que eres y que tú también estás en esa búsqueda, en la de ser tu mejor versión pero que siempre lo vas a querer y respetar como es. Es increíble cómo al hacer esto potencias un autoestima sana y positiva en tu hijo/a.