sábado, 9 de septiembre de 2017

El Perjuicio y el Prejuicio de las Etiquetas

“No es que tú si eres BRUTO para las matemáticas, pero, ¿Por qué será que tú no puedes ser bueno en matemáticas como tu hermano?”

“Y ya terminaste de nuevo con otro, tú como que no puedes estar con alguien más de un año, eres como que la RESBALADIZA de la familia, todos se te escapan cual agua de las manos…”

Las etiquetas, como todo prejuicio que hemos inventado los seres humanos, están fundamentados en el miedo. Ellas son una forma de protección que hemos encontrado contra aquellas actitudes, comportamientos, ideas que de alguna forma sentimos nos molestarán, herirán, afectarán y, en algunos casos, llevados hasta el extremo, sentimos que hasta determinarán el fin de nuestra raza humana.

Es el caso de algunas de las etiquetas más dañinas entre los seres humanos como las puestas por los fanáticos religiosos. ISIS, es un ejemplo claro de ello, todo el que no es musulmán, es infiel y hay que matarlo, pero es igual en todas las religiones donde se presenta el fanatismo, que, finalmente, es miedo aterrador. Hace unos años cuando vivía en Brasil, un niño de sólo 10 años, hijo de unos amigos con los que desayunaba, me oyó hablar de la Virgen María y me dijo, “ay no pero tú eres católica, qué mal, no entrarás al reino de los cielos, no debería ni compartir mi mesa contigo…” un miedo letal, tal como si le fuera a transmitir algún tipo de virus mortal sólo por estar sentados juntos.

Ni qué hablar de los prejuicios sexuales ¿Cuántas niñas en países latinoamericanos y del Asia, asesinadas o, en el mejor caso, vistas y tratadas como objetos a vender al mejor postor, sólo porque son niñas y no niños? O, el prejuicio a los homosexuales, señalados por algunos como los culpables de que se acabe el mundo porque no podamos procrear más en un futuro apocalíptico ya que, sólo habrá en la tierra “maricones y lesbianas” y ningún nacimiento de niño y niña “normal” y por eso hay que “acabarlos” ya, es que son una enfermedad.

Extremos de los prejuicios conducidos por miedos claramente irracionales, como muchos miedos lo son, que nos pueden llevar a matar a otro ser humano sólo y exclusivamente por su color de piel, género, estrato socioeconómico o religión y cualquier otra diferencia ideológica o física que se nos ocurra para dividirnos y autoclasificarnos en mejores o peores.

El asunto es que, como todo en la vida, los prejuicios y las etiquetas pueden ser una estrategia útil cuando sirven como el llamado a la conciencia de una alerta que nos dan los otros de que algo en nosotros no está en su nivel óptimo y puede ser mejor, como cuando le decimos a alguien, “Oye ya llevas tres choques del mismo lado, pilas que la próxima te llamaremos el chocón de la derecha, ¡jajaja! Bueno, no, es en serio, que ya nos tienes preocupados, ¿No será que estás perdiendo la visión en ese ojo, o, qué será?, ¿Has ido al médico a revisarte la visión, o será del oído que no oyes la bocina del otro carro?”

Muchas veces los otros nos dicen cosas que no se nos ocurren porque ellos nos ven desde su óptica, que es diferente a la nuestra, porque no está ensimismada como la nuestra y nos alertan y hasta nos salvan, como en el caso de este cliente que se terminó dando cuenta de que sí tenía un problema en su campo de visión y, sólo por miedo a que le pusieran el apodo, salió a revisarse y, por eso, pudieron corregirle su problema de visión. Ya no ha chocado más.

Pero, las etiquetas se vuelven un perjuicio para los humanos cuando abusamos de ellas, cuando nos volvemos medio paranoicos, medio neuróticos, o, en su fase “normal” intolerantes. Y, éste es el punto donde nos encontramos la gran mayoría de ciudadanos de nuestra sociedad de hoy, cada vez más demandante y perfeccionista. Nos hemos convertido en seres intolerantes y lo somos con nuestros hijos, hermanos, amigos, padres, estudiantes, empleados, gobierno etc.

“Mami, ¿Ya te diste cuenta de que te está saliendo una cana aquí? Ay no, corre a la peluquería porque te ves fatal”

“Amiga, ¿Viste el gordito que se te ve en esta foto?
-Uy sí, qué mal, desde mañana la dieta de las frutas para toda la semana porque ese gordo de que se va, se va…”

“Pedro, de verdad, ¿Tu hijo no está en Kumon? Anda, no le estás sacando todo su potencial en matemáticas, se te va a atrasar y no va a poder tener el promedio para entrar a la universidad XYZ.”

“Luisa, en serio, ¿Cómo así que tu bebé todavía no camina? Creo que tiene problemas, llévalo al médico corriendo…”

La cultura en que estamos inmersos nos exige niños, jóvenes y adultos cuasi-perfectos con normas cada vez más ajustadas y rígidas, menos amables con nuestra humanidad, menos flexibles con nuestra cualidad inherente al individuo de ser seres en desarrollo constante y además y, sobre todo, DIFERENTES. Por ello, triste y terriblemente, observamos, desde nuestro asombro, cómo va en crecimiento el número de suicidios en niños y adolescentes y el surgimiento de juegos autodestructivos que, para nosotros, son claramente “locos” y “anormales”.

Parte de la razón de ello está en nuestra poca aceptación de lo que son nuestros hijos con alegría por sus triunfos (grandes para ellos siempre aunque para nosotros sean insignificantes), el respeto por lo que son hoy y la esperanza de lo que pueden llegar a ser. Pero de lo que ellos pueden llegar a ser, es decir, de su mejor versión, y no, la versión que nos requiere el vecino, la mamá del grupo de pilates, la amiga del club o hasta el ex con el que todavía estoy “ardida”.

Nuestros hijos están en su derecho de ser y no tener que correr a llenar las expectativas de los adultos, ni siquiera las de sus padres porque nosotros los padres no somos los dueños de sus vidas, aunque algunas veces nos creamos ese cuento.

Evitemos el perjuicio del abuso de esas etiquetas prejuiciadas, apodos que los minimizan y los ridiculizan: el gordo, la fea, la bonita, la bruta, la “fresa”… porque ellos son más que eso.


Cambiemos nuestro chip de la búsqueda loca de la perfección, las medallas y los trofeos. No caigamos en esa trampa que nos está deshumanizando y haciendo perder de vista todo lo que es nuestro hijo, toda la belleza de ese ser humano que tenemos la bendición de llamar hijo. 

viernes, 30 de junio de 2017

¡Ay!, Esos Abusadores....


No tiene que ver con que sean hombres o mujeres, niños, jóvenes, adultos, o, ancianos también puede ser tu hermano, tu papá, tu pareja, tu “mejor amigo”, tu jefe, tu compañero de equipo y hasta tu hijo de 4 años porque es que los hay de todos los tipos: encantadores, de “carácter fuerte”, coquetos, sensuales, “mártires”, pícaros, “santitos”, o, “religiosos”, astutos, socarrones,  “tira la piedra y esconde la mano”, el asunto es cómo identificarlos para evitar meternos en ese lío.
 
Lo primero que hay que saber para prepararse frente a un posible abusador es que el abuso siempre se da a nivel intelectual y emocional, aunque no siempre, a nivel físico. Es decir, no te autoengañes pensando que “como no me ha tocado un pelo, no puedo ni decir, ni pensar, que es un abusador”, no.

Si estamos hablando de una persona que ejerce control sobre ti y te obliga, de alguna manera, a tomar decisiones, decir palabras o hacer cosas que no quieres, es un abusador.

Estas personas, tienen comúnmente, una baja autoestima resultado de una notable inmadurez psicológica o emocional y no logran relacionarse con los demás de forma adecuada. Es decir, desarrollaron una incapacidad para entender que en las relaciones hay reciprocidad y que éstas son de doble vía pues, en su inmadurez (se quedaron de 3 años y se siguen creyendo el cuento de Disney, y juran y perjuran, en su mente, que son princesas y príncipes) están siempre convencidos de que ellos se merecen todo lo que deseen y que el mundo gira en torno de sus deseos y caprichos, sin tener que dar nada a cambio ni considerar al otro en la consecución de sus metas.

Algunos de sus rasgos más notorios son:

 
·         Muestran una “doble personalidad”: unos momentos son tan amables, queridos y encantadores que no puedes si no “enamorarte” de ellos y, de repente, o en otros momentos, saltan comentarios sarcásticos, burlones, o, los ves tomando decisiones, o, acciones crueles y desconsideradas con los otros que te dejan con la “boca abierta”.

·         Son celosos, posesivos y demandantes e intensos cuando tienen un objetivo y, en lugar de pedir un favor, te lo ordenan, o, si lo piden, la forma en que lo hacen es como si fuera una orden y lo quieren “para ya” y sin importar lo que tú tengas que hacer para ello, o, lo que tengas que dejar de hacer para complacerles.

·         Como tienen baja tolerancia, pues no consideran a los otros, desarrollan un temperamento explosivo cuando no consiguen lo que quieren: gritan desesperados, golpean cosas, hacen gestos violentos, te amenazan a nivel psicológico (ya sea con el papel de víctima o el rol de agresor manipulador) haciéndote sentir culpable, minimizando siempre tus necesidades y sentimientos y sobrevalorando sus necesidades y sentimientos. Este comportamiento, evidentemente, es uno de los que más funcionan contra sus víctimas pues ésta se siente responsable de las necesidades y sentimientos del abusador y le sirve a sus propósitos egocéntricos, dejándose abusar.

·         Siempre culpan a los demás de sus propios problemas, irresponsabilidades y manejos inadecuados de situaciones financieras, laborales y emocionales. Algunos llegan a usar de excusa a “Dios”, al universo, a la suerte, a sus múltiples ocupaciones, o a que “me odian, me envidian, me la tienen montada” pues, nunca se hacen cargo de sus errores, y, por supuesto, evitan al máximo disculparse pues, además les queda difícil ya que, en su inmadurez, de verdad, creen que tienen la razón.

·         Tiene una aguda percepción de los puntos débiles de la víctima así que se burla, juzga a la víctima, la amenaza, la insulta, la ataca verbalmente (generalmente primero en privado, y, luego, al escalar, amenaza constantemente con hacerlo en público, o con hacer algo en público que dañe su imagen o nombre frente a la sociedad, fomentando más miedo en la víctima que sigue cumpliendo con sus demandas desconsideradas), y en, extremos, la ataca físicamente (iniciando en privado y luego, en público).

·         Tiene una idea totalmente irreal de sus capacidades y de lo que es y vale para la sociedad. Por ello, cree tener los grandes negocios en sus manos todo el tiempo y ser el mejor candidato para obtener los cargos más altos o, la pareja más deseada, con lo cual, vive en un mundo de expectativas mágicas y fantasiosas de lo que puede obtener y ser que, evidentemente, nunca se cumplen pero que, siempre es por alguna razón diferente y externa a sí mismo.

 Si lees este artículo y encuentras que vives con alguien así o que tienes alguien así en tu vida, es muy posible que estés sufriendo un abuso psicológico, emocional o hasta físico.

Es importante que entiendas que esa persona requiere ayuda profesional y que tú también pues, un abusador sólo existe cuando hay una víctima que tiene el perfil perfecto para jugar ese rol. Ese perfil sólo está cuando una persona tiene tal baja autoestima que, le permite ser abusada y ejercer una posición sumisa, lo que se traduce en que es posible que sea una persona sin firmeza, sin empoderamiento alguno en sus capacidades emocionales y poca seguridad interior.

 

domingo, 14 de mayo de 2017

¡Gracias, Mamás!

Tanto por decir y agradecer a una madre. Hoy escojo resaltar una de tantas virtudes en la labor de madre: su valor único como modelo primero y principal de amor propio, autocuidado e inteligencia emocional, de un hijo.

No hay estudio de autoestima, e inteligencia emocional que no reconozca a la madre como el factor primario y el que determina, en  gran medida, el tipo de relaciones que mantendremos con nosotros mismos, nuestra pareja y descendencia.

No es que sea nuestra madre la responsable de las discusiones de pareja, o, con nuestros hijos adolescentes. No, cada individuo, de lo vivido con sus padres, creencias y cultura elige qué tomar para vivir su vida y cómo dirigirla. Es un proceso personal del cual no podemos responsabilizar a otro que a nosotros mismos.

Sin embargo, está comprobado que es en el hogar donde, con lo dicho y hecho por padres, hermanos y familia, se generan todos los procesos internos psicológicos que se traducen como autoestima, asertividad e inteligencia emocional en la vida adulta. Adicionalmente, se ha descubierto que es la madre, sobre todo en las culturas latinas (donde ejerce el protagónico de la crianza), la que con sus cuidados, acciones y palabras refuerza una sana o inadecuada autoestima.

Son conocidos los casos de adultos que, siendo niños, vivieron eventos traumáticos sociales por ser diferentes. Algunos niños, por rasgos físicos, otros, por cualidades intelectuales o capacidades distintas, fueron excluidos y fue la madre la que permitió, con su gestión adecuada y enfocada en la felicidad del hijo,  que esto fuera procesado de manera inteligente y adecuada para él.

Como analogía al rol en las emociones que puede tener una madre, en esos momentos, ésta representaría a esa isla que se convierte en el paraíso de un náufrago. 
 
Un ejemplo reciente es el de Kristine Barnett, quien buscó y encontró la forma de que su hijo fuera feliz y útil a la sociedad, contrariando a los “expertos” que le diagnosticaron de autismo, y le pidieron bajar sus expectativas como madre, en cuanto a la calidad de vida de Jacob y a su posibilidad de ser feliz. Jacob, es hoy feliz y reconocido como el joven con mayor IQ que Einstein y a punto de lograr su PhD a los 17 años. Esto, gracias a esa madre tenaz e inteligente emocionalmente que creyó en él.
 
GRACIAS, MADRES, por esa gran labor.

martes, 31 de enero de 2017

El Amor en los Tiempos de las Redes Sociales

“Es que como éste no pone la foto de nosotros en FB creo que me va a pasar como con mi ex que, de repente, dejó de ponerlas disque porque ya no le ponía atención a eso y era mentira, era para que la otra no supiera que estaba casado y era mi esposo” Cliente en Miami, 36 años


Las redes sociales han venido para quedarse y, como todo elemento innovador tecnológico, produce cambios en las actitudes, hábitos y comportamientos humanos. E, igual que como pasa con cualquier cosa, el abuso o uso inadecuado puede resultar poco beneficioso aunque, en el uso conveniente sí que puede ayudarnos y ser indicador de conductas en la pareja que antes, a duras penas, se podían ver en una relación de noviazgo o de corto matrimonio y, de eso, trata este artículo de cómo usar las redes sociales en pro del amor verdadero y como medio para la construcción útil en nuestro camino de ser mejores personas y parejas.

En el caso de la cliente que cito, aunque fue duro el impacto recibido con la infidelidad de su exesposo, fue útil la red social porque fue el único indicador que le llevó a desconfiar de su esposo al punto de encontrar que sus sospechas eran bien fundadas. Siendo un hombre tan sigiloso y cuidadoso, nunca nadie hubiera podido dudar de su fidelidad, sólo por su negativa de publicar más fotos de ellos dos de un momento para otro, sin más explicación, fue que las sospechas surgieron. Y recordé entonces, otros casos de parejas con hombres igual de cuidadosos que llevaron relaciones de pareja extramatrimoniales estables y con hijos fuera del matrimonio por más de 30 años, que nadie jamás dudó de su fidelidad y que sólo se enteraron al morir el esposo. Sí, toda una vida de engaños y la mujer sin tener a quién reclamar y con quién discutir lo sucedido para encontrar dónde estuvieron las fallas y mejorar, lo cual hizo mucho más difícil el comprender la situación y el proceso de sanación y el perdón en ella, en el caso de mi cliente, en cambio, por delatarlo al señor el FB y ella darse cuenta a tiempo, sí lo pudimos afrontar, encontrar los puntos de oportunidad en ella, trabajarlos y resolver. Hoy se encuentra ya en otra relación de pareja en una versión mejorada y con una persona que ama y le ama, que le es fiel y la respeta.

Pero no sólo para descubrir a parejas astutas y abusivas he visto la utilidad, sino también para medir el grado de inseguridad y necesidad de aprobación de la pareja y trabajar en ello cuando la necesidad es no sana. He tenido casos de parejas cuyo conflicto ha radicado en la necesidad de uno de los dos por publicar todos y cada uno de los momentos que viven. Al iniciar el trabajo con ellos y analizar las circunstancias, hemos descubierto que hay en el fondo una inseguridad de la señora por mostrar al mundo que era feliz y que su esposo y ella eran felices porque desde pequeña ha necesitado la aprobación de sus padres, luego de sus profesores y amigos y luego, de todos los demás, para sentirse feliz sólo que nunca había sido tan notorio como para pensar en la necesidad de buscar ayuda profesional pero, por las redes sociales, quedó expuesta su necesidad. Trabajamos, entonces en ese reto, la señora pudo tener la oportunidad de tratar un tema que no había sido percibido pero que sí la estaba afectando a ella y en su crianza a sus hijos que también los estaba educando fomentando en ellos la necesidad de aprobación y, consecuentemente, la pareja y la familia en general, pudo seguir en su relación de manera armónica.

Increíblemente, también he observado cómo ha servido de reforzador de las relaciones. Tuve un caso en el que el esposo había perdido todo interés en la relación y había decidido tomarse un tiempo para reflexionar sobre la misma mientras aprovechaba un curso en Europa de tres meses que la empresa le había solicitado tomar. Pues bien, en esos tres meses en los que trabajamos en su proceso de análisis en terapia, uno de los ejercicios que acordamos realizar fue recordar momentos en que había habido mucho amor entre los dos y satisfacción con la relación para identificar los elementos que los hicieron memorables y felices. Para ello, él decidió usar el FB y el IG de los dos para que le sirviera de guía en sus recuerdos pues, simplemente, no recordaba nada de lo bueno de la relación, sólo estaba enfocado en lo aburrido y en lo que veía como negativo. Poco a poco en esos meses, al llevar juntos su análisis de las fotos y las publicaciones, ver las fotos juntos en la sesión, obligándose a recrear lo vivido al contármelo, entonces, pudo recordar los momentos, hallar qué lo unía a su mujer, recordar porqué habían decidido casarse y determinar en qué momento comenzó a desdibujarse su relación. Finalmente, al regresar a América, lo hablamos los tres, hicimos un plan de trabajo para la pareja y hoy siguen felizmente casados y además, lo más importante, con la convicción de seguir casados por conocerse y reconocerse sus valores como pareja día a día y nutrirlo, y no, por compromiso social o financiero u otras razones diferentes.   

Otro caso muy interesante fue el de un cliente que, de entrada, a la primera sesión, me dijo que odiaba FB y que se había salido de las redes porque era lo que le había dañado su matrimonio ya que en varias de las fotos que publicaba un amigo de la oficina, por pura casualidad, estaba él con una compañera de trabajo y su esposa se había puesto celosa y le había reclamado y él no soportaba que sospechara de él. Varias sesiones después, decidieron divorciarse porque la señora tomó la decisión de no tolerar más la situación de “matrimonio feliz de apariencias” pues era recurrente en él los “affairs” con sus compañeras de trabajo y, aunque en el pasado siempre lo habían llevado de manera muy íntima, éste fue el detonante que estalló en ruptura. Lo curioso fue que a los tres meses de divorciarse, el señor hizo pública su relación con la compañera de trabajo de las fotos de FB. La señora, por su parte sí siguió el proceso de terapia pues a través de las sesiones entendió que tenía una tendencia de buscar compañeros con ese mismo patrón ya que, había sido una constante en su vida que no quería más y es lo que estamos trabajando actualmente en ella para poder sanar ella y tener una relación sana con otra persona, prontamente.

Entonces, no, no fue FB el culpable de la terminación de un matrimonio como el señor, lo quería hacer ver, sólo fue el detonante final de una dinámica no útil en ambos, como pareja, que los había llevado allí.

Y, con esto, termino la idea de que no son las redes sociales o cualquier tipo de tecnología lo que genera en una persona un comportamiento específico, lo resaltan, sí, y, en algunas ocasiones, lo descubren. Con lo cual, somos nosotros los que sí tenemos la opción de tomar una actitud útil o no útil: decidir satanizar la tecnología, excusarnos en ella y reprimir una oportunidad de mejora o, por el contrario, hacer uso de ella a nuestro favor y utilizarla como medio para potencializar nuestras virtudes o trabajar nuestras áreas de oportunidad a manera personal, familiar y en nuestras relaciones de pareja en esta era del amor en los tiempos de las redes sociales.  

viernes, 25 de noviembre de 2016

Tips en Inteligencia Emocional al Terminar una Relación de Pareja

“No lo soporto, es de lo peor, terminamos hace 2 semanas y es como mi peor enemigo, ahora sí que le veo todo lo malo y no puedo creer que siempre haya sido así y le haya aguantado todos esos defectos.
 ¿Tú crees esto?, ¿Será que es normal o me enloquecí?”
Cliente en consulta de Inteligencia Emocional y Pareja, San Diego, U.S.A.
 
Sí que es un evento común. Un 95% de jóvenes universitarios en estudios llevados a cabo en diversas universidades de Estados Unidos por varios años expresaron haber pasado por este proceso luego de terminar con su pareja. Helen Fisher lo llama furia de abandono. Y la explicación que dan los neurocientíficos es que este fenómeno hace parte del sistema de defensa evolutivo del cerebro para proteger a los enamorados que fueron maltratados por sus parejas o que sufrieron decepción o desilusión por las palabras o acciones de sus parejas y pusieron sus energías, tiempo, y esperanza en parejas que fueron infieles, violentas, abusadoras, frías o indiferentes.

El cerebro lo que está haciendo es tratar de curarte de “regresar” con tu ex: te enfoca en sus defectos que antes ignorabas o dejabas de ver por estar “ciego de amor”. El propósito evolutivo es lograr que olvides esa pareja, que dejes de lado esa experiencia en la que tenías idealizada a tu ex, para concentrarte en ti, en mejorar como persona y ya sano y centrado en ti, buscar a otra persona que te ame como tú necesitas, y así, ya luego, formar una familia armoniosa, perpetuando la especie. Porque no podemos olvidar que aunque el amor sea un sentimiento que involucra algo más que la psicobiología y la evolución, su proceso sigue siendo parte de un mecanismo cerebral evolutivo cuyo objetivo siempre será mantenerse en el planeta a través de la descendencia. Con lo cual, si has sentido alguna vez la furia de abandono o estás en ella porque estás en duelo, no tienes porqué sentirte mal, es natural sentir esto alguna vez en tu vida. Lo importante es qué estrategias desarrollar para que no se convierta en un infierno tu vida.

Aunque es un momento difícil porque hay dolor y sabemos que aún te importa tu ex, (no es que lo hayas olvidado como si te hubieran hecho “lavado de cerebro”), y, aunque por momentos te sea útil el sentarte con tus amigos a desahogarte y el hacer 1000 cosas para “olvidarlo”, sería muy conveniente contar con ayuda profesional en estos momentos críticos para gestionar estas emociones pues con un manejo inadecuado, puedes verte tomando decisiones erráticas de las que luego puedas arrepentirte y eso es lo que hay que evitar.

Algunas estrategias que te pueden servir en este momento son:

- Pensar: “Mi vida definitivamente es mía, ahora puedo hacer cosas que dejé de hacer o que no hacía porque a él no le gustaban” (por ejemplo: viajar a X lugar, si a él no le parecía, comprar algunas cosas que él me decía no comprar porque no le veía valor, salir con muchos amigos con los que dejé de salir porque no se sentía cómodo o porque no compartían intereses)”. Así, sientes que recuperas tu vida.

- Autoconversarte constantemente: “Afortunadamente ya no está conmigo” Y, seguidamente, usar aquellos rasgos o situaciones que te maltrataban para terminar el pensamiento. Por ejemplo: ”No tengo que estar pensando si estará con otro (si te era infiel) si está bebiendo (si es alcohólico o tiene problemas con el alcohol o usa cualquier otro tipo de droga) si está furioso y llegará violento (si usa la violencia intrafamiliar o contra su pareja) ”,etc. Así, cumples dos propósitos: vas convenciéndote de que esas situaciones llevan un abuso hacia ti que no mereces y además, aún más importante, cuidas tu amor a ti mismo que es el primer mandamiento de la inteligencia emocional.

- Evitar lugares que sabes bien que él frecuenta para no encontrarte con él y así evitar roces en público, discusiones o peleas que pueden suceder por ser un momento tenso para ambos.

- Cuidar en quien confías tus penas. Este punto es muy importante. Nuestros amigos nos quieren, nuestra familia nos ama, pero precisamente por ese amor pueden ponerse en sistema de defensa y llevarte a tomar decisiones equivocadas y 0 asertivas con sus recomendaciones, o, ellos mismos, por su molestia con la situación, ser imprudentes y decir o hacer cosas que pueden resultar problemáticas, en lugar de, ofrecer soluciones sensatas y razonables.

- Cambiar el círculo de amigos. Si tus amigos eran sus amigos, cambiar de círculo de amigos, alivia mucho el momento tanto para los amigos de ambos como para ustedes. Aparte, cada vez que te das la oportunidad de conocer otras personas, te das a ti mismo la oportunidad de crecer como persona por permitirte abrir tu ventana a otros mundos porque recuerda: cada cabeza es un mundo y eso a ti, te hará más tolerante y más ciudadano del mundo.  

 

Bibliografía

Fisher, Helen. (2006). Broken Hearts: The nature and risks of romantic rejection. Capítulo 1 en Romance and sex in adolescence and emerging adulthood: risks and opportunities. London: Lawrence Erlbaum Associates Publishers.

viernes, 28 de octubre de 2016

Control y Autoridad en la Crianza de los Hijos: 1 Sólo Tip


“Mira, yo vengo aquí porque es que José no me obedece como antes. No sé qué le pasa, está cambiado, no me hace caso, no sé si es porque anda con María, la niña nueva del curso, o porque no está reaccionando bien al divorcio que estoy pasando con su papá o, si es la pre-adolescencia, o qué rayos pasa, así que necesito que hagas que él vuelva a hacer el niño obediente, dulce y dócil que era.”
Cliente en Consulta de Crianza y Familia, México.

Es una solicitud que he recibido varias veces en la primera sesión de consulta de crianza e inteligencia emocional de padres desesperados en América completa, desde Canadá hasta Chile, y, en Europa, desde el Reino Unido hasta España, con distintas palabras y casos, pero la idea, la misma. Es decir, no es una petición contextualizada a una cultura específica, es una idea que ronda varias familias alrededor del mundo, que nos habla de un cambio, de una crisis en la familia que necesitamos analizar y revisar con cuidado por eso escribo hoy de este importante tema.

Para continuar con el hilo de los padres en consulta, luego de escucharles su petición, procedo a explicarles que entiendo, desde el corazón, su desesperación pero que no es mi tarea ni como educadora ni como psicóloga “re-educar” a su hijo para que quede desprovisto de las herramientas de pensamiento crítico y de las competencias personales de toma de iniciativa, competencias tan importantes en la vida de una persona, por obtener, a cambio, su obediencia. Les invito entonces, a trabajar en consultas en inteligencia emocional y crianza, en ellos, como adultos; en revisar la necesidad que tenemos los adultos de control y en los estilos y prácticas de crianza que nos vienen impresas en nuestras mentes y corazones desde la educación que nos brindaron.

Y es que no sólo no está en mi ética profesional ni es mi misión eliminar de un ser humano las competencias que le dejarían totalmente indefenso frente a adultos y frente a otros niños abusadores, acosadores, engañadores y controladores, sino que necesitamos entender las razones psicobiológicas que subyacen a estas competencias para valorarlas en su utilidad ya que nos las ha brindado la naturaleza para poder sobrevivir en este mundo que de manera natural, nos es amenazante. Y, ése es tema para otros artículos…

Lamentablemente, por múltiples factores sociales, religiosos, políticos y económicos, por siglos se ha cimentado la idea alrededor de la crianza y la educación escolar de que la obediencia y la sumisión es el estado ideal de un niño o joven. Y que la dulzura de un hijo significa que éste responda a cualquier tipo de tarea que le imponga un adulto sin cuestionamientos ni miramientos de ningún tipo: el niño no tiene derecho a preguntar ni a pensar nada, sólo a ejecutar la acción que se le dicta y a pensar como el adulto quiere que piense.

En nombre de esa obediencia, de esa dulzura y de ese miedo de los niños y jóvenes a la mal llamada “autoridad” de padres, no saben ustedes cuántos adultos tengo hoy en terapia que han sido violentados y abusados, siendo niños, en aspectos sexuales y psicológicos por sus padres, tíos, docentes, abuelos, amigos y representantes de varias religiones. Claro, muchos de ellos totalmente inocentes e ignorantes del efecto que producen en las competencias intelectuales, personales y sociales de estos niños y jóvenes, estas actitudes impositivas y sólo siguiendo un modelo de padre y madre que recibieron de sus padres pero, otros, nada ignorantes y nada inocentes que por la sumisión de los niños, lograron el abuso intencional que buscaban.

Todas estas prácticas responden a factores fundamentados en filosofías verticales de estilo autoritario, que hoy, para fortuna de las nuevas generaciones, están cada vez más rotuladas como arcaicas y fuera del contexto del ser humano de hoy, con derecho a ser respetado con sus diferencias y con sus cuestionamientos.

Hace siglos, el mundo occidental, buscaba cómo reprimir tendencias separatistas y anarquistas entre los miembros de los grupos sociales para reemplazarlas por el fomento a la unidad hacia el fin social del desarrollo de ciertas clases sociales, políticas y económicas y encontró en la educación y la religión una forma de lograr su propósito.

Desde entonces, el ideal era lograr uniformar a los seres humanos bajo un sólo concepto de persona, bajo un sólo ideal de persona; hoy, ya con más conocimientos y estudios centrados en las neurociencias y psicobiología, entre otras, se resaltan positivamente las diferencias entre cada uno de nosotros y se acepta y tolera la idea de que somos seres con múltiples inteligencias y múltiples estilos de aprendizaje.

Aunque también es cierto que existen aún algunos grupos de la sociedad que sienten que al no haber uniformidad, es una amenaza al “orden” que “debe” existir, bajo su punto de vista de verdad absoluta; y, así las cosas, el que no siga ese orden está ilegal o “en pecado” y hay que aislarlo o acabar con su vida para que no contamine al resto. Para muestra de ello, está el Estado Islámico y algunos países de nuestra Sur América que, con sus ideales de religión y patria, muestran el extremo de este tipo de pensamiento y las nefastas consecuencias que podemos sufrir.

Menos mal que la mamá de Einstein pensaba diferente, imaginen si le hubiera obligado al niño Einstein a pensar como todos los niños de su época (es muy conocido el hecho de que él era catalogado como atrasado mental por sus profesores ya que no pensaba igual que los otros niños ni llevaba su mismo ritmo de aprendizaje) y hubiera crecido pensando que no podía cuestionar los desarrollos científicos de su época porque era un pecado. Pues, simplemente no habría habido toda la nueva ciencia desarrollada a raíz de su genial forma diferente de ver el universo y el mundo; no tendríamos mucha de la tecnología de la que hoy disfrutamos y hacemos tanta gala los seres humanos.

Es que, hoy, estamos viviendo movimientos extraordinarios en cuanto al conocimiento y reconocimiento del ser humano en toda su esencia; hasta el Papa está gestionando en la religión católica los cambios requeridos para comprender al hombre como lo que es, un ser original y único, pidiendo aceptar y tolerar las diferencias que presenta nuestra especie.

Sí, hay un contrato social que hemos contraído todos los que vivimos en esta sociedad occidental, eso es innegable y además sin ese contrato poco o nada habríamos logrado en conjunto. Es con los otros, unidos, que hemos llegado a donde estamos. Nos necesitamos, somos seres sociales.

Las leyes, las normas, los límites cumplen su función autorreguladora, en ningún momento pretendo que sean eliminadas, estaría fuera de contexto pensar algo así. Ya la parte castrante, culpadora y represora que queremos imponer a nuestros niños porque no los podemos controlar a hacer y ser como queremos es la que nos viene del miedo y el deseo de control.

Esa es la que necesita ser asimilada, procesada por los padres, cuidadores, docentes de estos niños y jóvenes de hoy que requieren una educación fundamentada en inteligencia emocional que los capacite en la regulación y gestión de sus emociones para no obedecer las reglas como zombis, sino para entenderlas y aceptarlas como entes regulatorios y no impositivos, para formar hijos autónomos y no sólo dependientes del castigo y la multa para actuar con bondad, verdad y, sobre todo, con calidad humana.

Consecuentemente, mi tip del artículo de este mes es que si usted es padre, tío, cuidador, docente o simplemente consciente de su parte en la educación de las nuevas generaciones:
 
Edúquese para educar con inteligencia emocional, conciencia e información a sus hijos, no con miedo, prejuicios, control y autoritarismo, eso provocará más rebeldía o sumisión entre sus hijos, los alejará de ustedes como padres, infundirán odio, resentimiento, miedo, decisiones y acciones inadecuadas en ellos; los hará infelices a todos como familia. El aumento en su calidad de vida, en el bienestar de su familia y en la convivencia armónica, le demostrará el valor de su inversión y, el mundo, se lo agradecerá.  

miércoles, 31 de agosto de 2016

Tips Asertivos para Manejar los Conflictos

 “Difícil fue para mí calmarme y explicarle a mi jefe el modelo de venta y su propósito porque él lo único que hacía era gritar y buscar el culpable por no llegar a la meta del mes; fue un reto pero, valió la pena usar las estrategias que anticipamos en la consulta pasada. Finalmente, se conectó con el propósito y mi plan de venta y así salió de su obsesión de buscar a quien botar del equipo que es su respuesta de siempre, cuando tenemos problemas.” Cliente de 45 años, en México,  consulta en Inteligencia Emocional y Productividad Laboral.

La palabra conflicto se define en varias acepciones por la Real Academia Española. Aparece definida como combate, lucha, apuro, situación desgraciada y de difícil salida, problema, materia de discusión y coexistencia de tendencias contradictorias en el individuo, capaces de generar angustia y trastornos neuróticos. Todas estas acepciones hablan de un momento crítico muy emocional y que se puede presentar en varias áreas de nuestra vida: personal, académico, laboral, familiar, de pareja, etc.

Hay varias clasificaciones de los tipos de conflictos, según la respuesta de las personas a ellos, entre ellas están los 5 modos de Thomas-Kilmann, que se mueven hacia dos dimensiones opuestas, de un lado la competencia y en el otro extremo, la complacencia o acomodación. También están los estilos agresivo, pasivo y asertivo que desarrolla Barrett y el enfoque en propósito y la lucha de poder en los conflictos que trabaja la disciplina positiva de Nelsen.

En estas tres clasificaciones, se observa un punto en común y es que la lucha en los conflictos se presenta como la toma de decisión entre, por un lado, las cuestiones  propias, ya sea necesidades, creencias o ideas que reflejan la posición personal y, por el otro lado, el abandono de lo propio, por las necesidades, ideas, creencias del otro.

Es muy importante aclarar: No hay buenas o malas posiciones, no se trata de una guerra entre el bien o el mal, se hace necesario entender que sólo hay útiles y poco útiles estrategias de conflicto para resolver el problema con efectividad, oportunidad y a tiempo. Algunas veces es acertado ir hacia la competencia, en otras, es más efectivo ir hacia la acomodación.

También se hace necesario explicar que sí hay preferencias marcadas en nuestra forma de resolver problemas que pueden reflejar nuestras tendencias, y que algunas veces abusamos de esa misma preferencia, mostrando rasgos habituales de nuestra personalidad o nuestras creencias. Por un lado, está la tendencia al egoísmo, al enfoque centrado en “tengo la verdad absoluta y la corrección” y al abuso del otro porque “yo tengo la razón”, y, por el otro lado, tendencias a la baja autoestima, inseguridad y al dejarse abusar y “ponerse en último lugar” porque el otro “sabe más, es mejor que yo, es rico, es el jefe” etc.

Como el objetivo de este artículo es compartir tips para lograr manejar un conflicto con asertividad, aquí están:

1.   Revisa cómo te sientes antes de contestar al otro. Si identificas en ti todo tu sistema alterado y a punto de estallar o cero dispuesto a razonar y dialogar, pide un tiempo prudente, retírate del recinto y ve a un lugar donde puedas estar tranquilo o cómodo. Ahí, respira 6 -3 -6 por 10 veces, haz una visualización mental de la situación resuelta y de un ambiente no tenso con la persona que estás en conflicto y los dos felices de haber encontrado un punto de acuerdo, o, si te es posible, camina por 3 minutos para que el despliegue neuroendocrino que se desencadenó en tu organismo, regrese a los puntos neutros y puedas pensar con claridad y no, en modo defensa/huída. Este punto es el primordial, si no logras esto, será muy difícil llegar a un acuerdo razonable.

2.   Presta atención a la información que plantea el otro tratando de no interrumpir. Es difícil lograr esto en una discusión porque es posible que estés centrado en que el otro sólo vea tu punto como el correcto o la vía a seguir, es natural, no te preocupes. Precisamente, el esfuerzo en escucharlo y en salirte de ese esquema de que el otro haga lo que tú planteas, puede permitirte entender que su posición no es “incorrecta” y te puede llevar a establecer un arreglo donde los dos tengan elementos aportados en la solución, siendo así una solución más respetuosa para ambos y tendiente al gana-gana.

3.   Habla con claridad y serenidad, mirando a la persona a los ojos, si te es posible (si no, es un indicador de que necesitas el tiempo para respirar y calmarte primero), y haciendo las pausas necesarias para que tu mensaje no se sienta abrupto. Sí, es un reto, pero el hacerlo, te permitirá actuar desde la inteligencia emocional y no desde el miedo, rabia o impulsividad.

4.   Evita palabras que puedan ser tomadas como juicios personales o descalificativos. En lugar de esto, valida y luego expresa con respeto tu punto: “Entiendo lo que dices y es válido pienso que también podríamos…”, “Veo tu punto, es muy valioso, creo que hay adicionalmente, otras estrategias que nos pueden servir, como por ejemplo:…”, “Además de lo que dices, veo también la posibilidad de …”

Recuerda, todos perdemos la cabeza alguna vez, somos humanos, lo importante es ir aprendiendo estrategias que te permitan ser más inteligente emocionalmente para llevar una vida con más armonía interna y social.

 
Referencias Bibliográficas

Barrett, P. (2012) Programa de Resiliencia Para Adultos. Brisbane, Australia: Barrett Research Resources Pty Ltd.

Conflicto – definición, recuperado de: http://dle.rae.es/?id=AGHyxGk sitio de la Real Academia Española: Agosto 31 de 2016.

Nelsen J. (2009) Disciplina Positiva. Ed. Ruz. Mexico.

Thomas, K. W., and Kilmann, R. H. (2009) "An Overview of the Thomas-Kilmann Conflict Mode Instrument (TKI)." Kilmann Diagnostics Website.